CRONISTA OFICIAL DE LAS MERCEDES DEL LLANO.

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LAS MERCEDES

sábado, 14 de octubre de 2023

JUAN DE ESQUIVEL Y EL NOMBRE DEL ESEQUIBO

 

HASTA EL NOMBRE “ESEQUIBO” PROVIENE DEL ESPAÑOL.

(A Venezuela la asisten razones filológicas, históricas y legales)

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

 


[Juan de Esquivel]

1

Nietzsche en su libro “Genealogía de la moral” (1887) propone un método para indagar el origen y pertinencia de cualquier materia : recurrir a la Filología para reconstruir el sentido primigenio de las cosas. Esas deducciones filológicas servirían para establecer derechos en una   sucesión histórica, por ejemplo. Las palabras dilucidan cualquier disputa. Ejemplo: ¿De donde es originaria la arepa? El académico Alexis Márquez Rodríguez afirma que el vocablo es de origen cumanagoto, tribu asentada principalmente en Cumaná; ergo , Venezuela tiene la primera opción de ser la cuna de la arepa.

2

Nietzsche cuando analiza el origen de la moral a través de las palabras “bueno” y “malo”, llega a la conclusión de que la misma la inventaron los débiles: los cristianos la usaron para luchar contra el Impero Romano: Ustedes, nuestros perseguidores , tienen todo en este mundo, pero nosotros tenemos ganado el Cielo. Más vernáculo: Tú eres rico y poderoso , yo soy pobre, pero honrado.

3

El historiador y periodista inglés Edward Carr(1892-1982) amplió la idea nitzschetiana en su libro ¿Qué es la Historia? (1961): sabremos de la tendencia de un escrito si tenemos en cuenta el mundo subjetivo del autor, su ideología, gustos y desempeño laboral, entre otras variables. Ejemplo: En El Padre Nuestro, que aparece por primera vez en el Evangelio de Mateo,  hay una párrafo que decía: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” . Esto fue cambiado por: “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. ¿Cuál de estás versiones es la real? La primera, por supuesto, porque Mateo era recaudador de impuestos. Pero la segunda versión va más con los postulados cristianos de sumisión, humildad y rechazo a todo lo material.

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Ahora al grano. Juan de Esquivel (1470-1513) fue un conquistador español que llegó al Nuevo Mundo en el segundo viaje de Colón (1493), y participó en varias expediciones. En 1498 Juan de Esquivel recorrió por primera vez un río (en un recorrido por el Orinoco) que Alonso de Ojeda en 1499 denominó “Esquivel” en honor a su descubridor. Las orillas del rio Esquivel fueron colonizadas por los españoles. Con el tiempo, las palabras cambian o evolucionan: el uso del vocablo “Esquivel”, por parte de españoles e indígenas, derivó en “Esquibel” para más tarde transformarse en “Esequibo”.

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La Filología (Esquivel = Esequibo), la Historia (primeros asentamientos españoles a orillas del Esequibo y las leyes (Uti possidetis iuris) no dejan dudas sobre el derecho de Venezuela sobre la región en disputa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 2 de octubre de 2023

LA CUESTIÓN ESEQUIBO: MEMORIA Y SOBERANÍA

LA CUESTIÓN ESEQUIBO: MEMORIA Y SOBERANÍA


ERMG

1

El libro “La cuestión Esequibo: Memoria y soberanía” (2016) recoge los ensayos de varios autores ( Claudio  Monzón, Luis Buttó, Luis Barragán, José Olivar, y otros) que explican detalladamente las razones históricas y geográficas que asisten a Venezuela e n el litigio sobre el Esequibo.

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Desde los tiempos de Simón Bolívar, quien hizo reclamos en 1822 ante el Reino Unido con la participación de Andrés Bello, Venezuela ha mantenido una posición firme con respecto a este problema limítrofe. Esa posición sólo se ha visto debilitada con el gobierno chavomadurista, que se dice bolivariano y con esa actitud entreguista ofende la memoria del Libertador.

El Libertador propuso el principio del Uti possidetis iuris para establecer las fronteras de los países independizados de España.

José Antonio Páez se opuso a las apetencias territoriales de Inglaterra.

3

Guzmán Blanco defendió el Esequibo e invocó la Doctrina Monroe para frenar las ambiciones de Inglaterra , pero en esa defensa,  involucró sus interés personales.

4

Rómulo Betancourt ordenó una investigación histórica exhaustiva sobre el problema, la cual reflejó en su libro “Venezuela, política y petróleo”.

5

Raúl Leoni hizo preparativos para apoyar militarmente a un grupo de rebeldes separatistas guyaneses que afirmaban sentirse venezolanos (Rebelión de Rupununi). Rafael Caldera que asumía la presidencia (1969) no quiso apoyarlos. Le tembló la voz y el pulso.

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Hugo Chávez en el 2004 dijo en Georgetown : “El gobierno venezolano no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea beneficiar a los habitantes del área”. De allí en adelantes el gobierno de Guyana solía manifestar que en el Esequibo no había ningún problema porque la solidaridad socialista está por encima de esas pequeñeces. Y el gobierno guyanés se metió con todo los hierros en el territorio en reclamación como Pedro por su casa.

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Chávez también decía: La controversia con Guyana es el legado del colonialismo”. Guyana ha utilizado esa frase para argumentar el abandonó de Venezuela de la causa por el Esequibo. Maduró repetía esa misma frase y le agregaba : “Ese es un problema que creó el imperialismo junto a los adecos para atacar a Guyana”.

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Maduro cuando fue canciller de la Republica habló de resolver lo referente a la plataforma submarina sin resolver lo del reclamo territorial. Según los ensayistas eso es un absurdo. Ahora, claro, dice todo lo contrario. También afirman los eruditos que Maduro confunde las palabras “laudo” y “tratado”.

9

La Academia Nacional de la Historia se ha dirigido a la administraciones tanto de   Chávez como de Maduro para ofrecerles apoyo institucional con documentación histórica y geográfica; pero esta prestigiosa corporación académica no ha sido tomada en cuenta. Prefieren aconsejarse con Escarrá y su referendo surrealista . El talento sin probidad es un azote” (Simón Bolívar).

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Políticos e intelectuales también han ofrecido sus servicios, ideas y argumentos a favor de la causa venezolana, pero el chavomadurismo no se quita los lentes ideológicos.

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Los cubanos siempre han apoyado a Guyana, secreta y abiertamente. “Así paga el diablo a quien bien le sirve”.

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Los países de Petrocaribe que se han beneficiado de los hidrocarburos venezolanos apoyan a Guyana o callan. “La ingratitud es el crimen más grande que los hombres pueden atreverse a cometer”. (Simón Bolívar.)

El chavismo jamás ha entendido, parafraseando a un presidente norteamericano,  “que los países no tiene amistades permanentes, sino intereses permanentes”.

Fuente:

Olivar Pérez, J. A.; Monzón Claudio; Buttó Luis (2016). La cuestión Esequibo. Memoria y Soberanía. Caracas, Venezuela: Universidad Metropolitana.

 

 

 


jueves, 16 de marzo de 2023

CONSTANTINOPLA. EL IMPERIO OLVIDADO. 1970

 

CONSTANTINOPLA. EL IMPERIO OLVIDADO (1970).



Edgardo Rafael Malaspina Guerra

Con este libro maravilloso “Constantinopla. El imperio olvidado” (1970), Isaac Asimov (1920-1992) nos relata la historia de la fundación de Bizancio, su transformación en Constantinopla hasta su caída y conversión en Estambul. Intrigas palaciegas, guerras, disputas teológicas, curiosidades , miserias y grandezas de la condición humana, todo está aquí en esta obra. Gran parte de la Historia Universal está concentrada en esta ciudad que cambió de nombres varias veces pero que jamás cambió la esencia de su surgimiento, resumida en la pasión por la ciencia, el arte, la religión y la cultura en general.

 

1

GRANDES APORTES DE BIZANCIO.

Bizancio transmitió al Occidente tanto el derecho romano como la sabiduría griega. Le legó arte, arquitectura y costumbres; dio al Occidente grandes abstracciones (como la noción de monarquía absoluta) y pequeños útiles, como los tenedores. Es más, legó todo esto, y también la religión, a Europa Oriental, y en particular a Rusia.

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TROYA.

La antigua ciudad de Troya estaba situada en Asia Menor sobre la entrada del Helesponto. Los comerciantes que viajaban hacia y desde el mar Negro tenían que pagar un portazgo en Troya o no podían pasar, y la ciudad se enriqueció de ese modo. El famoso sitio de Troya fue probablemente un intento por parte de los griegos de destruir aquel intermediario y ampliar sus rutas comerciales.

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FUNDACIÓN.

Calcedonia era la ciudad de los ciegos a la que se había referido el oráculo de Delfos. Y por lo tanto Byzas fundó su ciudad frente a ella tal cómo había ordenado el oráculo. Le puso Bizantion, un nombre derivado del suyo propio, pero la conocemos más, por la denominación latina que, con el tiempo, le dieron los romanos: Bizancio.

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PARTE DE GRECIA.

En el 456 a. C., Bizancio fue una de las ciudades que rompió con la laxa liga que se había formado bajo la dirección ateniense. Atenas reconoció la independencia de Bizancio al año siguiente, y por primera vez en más de un siglo y medio la ciudad de los estrechos fue verdaderamente libre.

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CONSTANTINO.

Constantino era ya el soberano único de todo el Imperio Romano, y Bizancio capituló ante él. Pero esta vez no fue destruida la ciudad. ¡Más bien lo contrario! Constantino abrigaba ciertas ideas, y una increíble transformación esperaba a Bizancio.

Pensó románticamente durante algún tiempo en Troya, la ciudad que los griegos hablan destruido quince siglos antes y que Hornero había venerado en el poema épico más famoso de todos los tiempos, La Ilíada. Para los antiguos, la obra de Hornero era la más cercana a un libro sagrado, y los propios romanos remontaban su ascendencia (según una leyenda completamente ficticia) a un héroe troyano de aquella antigua guerra.

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EL ENCANTO DE CONSTANTINOPLA.

El talento artístico en el imperio había decaído hacía mucho tiempo, pero es probable que tampoco fuera Constancio especialmente aficionado a la creación. Quiso que su ciudad tuviera el encanto de lo viejo y se apropió de estatuas y cuadros de otros lugares, robando lo mejor del imperio para poder embellecer su capital. Incluso hizo traer estatuas desde Atenas, hechas en su edad dorada de siete siglos antes. Los teatros, los baños, las iglesias, los embalses, los graneros, las nuevas casas de la aristocracia: todo fue construido a base de trabajo forzado.

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RECONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD.

El 11 de mayo del año 330 se dio el toque final a la reconstruida capital. En el foro estaba situada una columna, y en su cima fue izada una estatua de Apolo, el dios del sol. Naturalmente, Constantino no podía usar un dios pagano para sus propósitos, pero evitó el problema quitando la cabeza de Apolo y sustituyéndola por la suya.

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DE BIZANCIO A CONSTANTINOPLA.

Novecientos ochenta y siete años después de su fundación, a sólo trece años de cumplir el milenio, Bizancio dejó de existir. En su lugar había una ciudad llamada la “Nueva Roma que es la ciudad de Constantino”. Fue oficialmente Nueva Roma durante más de mil años, pero todo el mundo la conocía como la Ciudad de Constantino; en griego “Konstantinou polis”, en latín “Constantinópolis”, y para nosotros “Constantinopla”. Con este nombre, el destino del viejo Bizancio fue ser la ciudad más famosa de sus tiempos, la mayor, la más rica y la más culta.

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LA NOCIÓN “DEL PONTÍFICE O PAPA”.

De un modo más práctico, el emperador romano, durante la época pagana, había sido el “Pontifex Maximus”, la cabeza de la religión oficial del Estado. Constantino daba por sentado que este cargo adquiriría el mismo significado, pudiendo pasar él a ser la cabeza de la Iglesia cristiana.

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JUSTINIANO PIENSA HUIR Y SU ESPOSA, TEODORA, LO DETIENE:

Se podía haber hecho así, y la carrera de Justiniano seguramente habría llegado a su fin. Sin embargo, en este momento se levantó Teodora. Serenamente anunció que Justiniano era completamente libre para huir. “Ahí están tus naves”, dijo con marcado desprecio. Por su parte, ella no tenía intención de marcharse. Ser gobernante significaba correr el riesgo de la rebelión y la muerte: en esto consistía el juego, y pensaba hacerle frente. Era mejor morir siendo una emperatriz que vivir como una refugiada. Dijo: “Por lo que a mí concierne, me adhiero a la máxima de los tiempos antiguos de que el trono es un glorioso sepulcro”.

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LOS MOSAICOS.

Bajo Justiniano, los bizantinos desarrollaron un arte peculiar. El aspecto más característico era el mosaico, que se componía de pequeños trocitos de vidrio de colores brillantes, o de un vidrio transparente sobre hojas de oro, ordenados para formar escenas de la Biblia, retratos de Jesús o del emperador.

En sí mismos, y en especial para gentes acostumbrada a la pintura normal, puede parecer que los mosaicos son una manera muy tosca de representar la figura humana y que los resultados parecen más bien caricaturas. Sin embargo, esto no tiene en cuenta su tratamiento de la luz. El brillo y resplandor del vidrio refleja el rielar del color que da a los objetos representados una especie de luminosidad que parece salir desde adentro. Dentro de una iglesia, los mosaicos cobraban vida con una iluminación casi extramundana que impresionaba intensamente.

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SANTA SOFÍA

 

(“Hagia Sofia significa la «Sabiduría Santa», que era una manifestación de Dios. Por consiguiente, es a Dios a quien está dedicada la ciudad. Se suele traducir la frase por «Santa Sofia», dando así la impresión de que está dedicada a alguna mujer canonizada. La llamaré Hagia Sofia para evitar esta impresión”. -Asimov)

 

Las iglesias constituyeron la otra gran contribución artística de los bizantinos: la arquitectura. Alrededor del 480, los arquitectos de Asia Menor habían perfeccionado un sistema de colocar una cúpula hemisférica sobre un soporte cuadrado, de tal manera que la parte inferior de la cúpula podía ser perforada por muchas ventanas sin sacrificar su estabilidad. Se podían hacer cúpulas inmensas sin peligro de derrumbamiento. Este nuevo tipo de construcción tuvo la oportunidad de alcanzar casi la perfección después de la destrucción de Constantinopla. La Insurrección Nika había destruido totalmente la iglesia de Hagia Sofia , el edificio religioso más importante de Constantinopla, y Justiniano se dedicó a reconstruirla con gran magnificencia.

Se limpiaron las ruinas, se delimitó una zona más amplia, y durante seis años diez mil hombres trabajaron duramente para construir la que estaba destinada a ser la casa de Dios más hermosa de toda la historia. Se tallaron columnas de hermosas piedras, entre ellas un feldespato de color rojo-púrpura llamado pórfido y un mármol verde veteado llamado mármol serpentino. Los muros eran de mármol pulido de varios colores, y había mosaicos por doquier. Sólo los soportes de hoja de oro de los mosaicos cubrían una zona de cuatro acres.

Pero lo más magnífico de todo era la cúpula. Estaba tan inteligentemente diseñada, tan hábilmente perforada con ventanas, que todo el interior de la iglesia, 108 pies transversalmente y 180 pies de altura, estaba bañado por la luz del sol que cubría los mosaicos llenando la iglesia de belleza. La enorme cúpula parecía no tener ningún sostén, sino que estuviera suspendida de los cielos (cuando la dañó un terremoto veinte años después, la volvieron a construir todavía mayor).

Nunca durante su larga historia intentó el Imperio Bizantino algo más grande ni espléndido que la Hagia Sofia de Justiniano. Era el producto por excelencia del arte bizantino, y sigue existiendo hoy, catorce siglos más tarde para que los hombres puedan maravillarse ante ella (aunque debido a las vicisitudes de la historia, ya no es una iglesia).

En el 537, la nueva Hagia Sofia ya estaba terminada, y en su consagración Justiniano, incapaz de dominar su alegría, gritó: “¡Salomón, te he superado!”. Cuando se consideran los recursos comparativos del imperio de Justiniano y el reino de Salomón, no cabe duda de que Justiniano tenía toda la razón. Para festejar su consagración, Justiniano celebró un banquete para el pueblo que, según relatos posteriores, supuso la matanza de más de diez mil ovejas, bueyes, cerdos, aves y ciervos.

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EL ORIGEN DE LAS PALABRAS  “OGRO” y “HUNGARO”

Tributario de los kazaros era un grupo de tribus denominadas On-Ogurs (que significa “diez flechas”). La palabra se convirtió en Ugrianos para los pueblos fronterizos y, mediante una deformación ulterior, en Húngaros. Algunas de las tribus ugrianas se llamaban a sí mismas magiares en su idioma, y se las conoce más por este nombre, al menos durante su historia primitiva.

Más de medio siglo después, las tribus ugrias se lanzaron despiadadamente sobre Germania y redujeron a los germánicos a tal estado de pánico, que se cree que la palabra “ogro”, que denomina a un monstruo antropófago, tuvo su origen en el nombre de estos invasores.

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CONTROVERSIA FILOQUE.

La Iglesia oriental sostenía que el Espíritu Santo procedía del Padre, y su juicio se basaba en las pruebas de la Escritura. La Iglesia occidental, deseosa de aumentar la simetría y la belleza del concepto de la Trinidad, sostenía que procedía tanto del Padre como del Hijo. En latín, la palabra adicional que significa que procedía también del Hijo era “filioque”. La disputa que inició Focio fue la denuncia de esta palabra añadida, y por eso se la conoce como la Controversia Filioque.

Ninguna de las dos partes estaba dispuesta a llegar a un compromiso sobre la cuestión y de ahí vino un problema más que separó a Oriente de Occidente. De hecho, nunca se ha resuelto la Controversia Filioque; sigue siendo un punto de disputa todavía en nuestros días.

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ORIGEN DEL ALFABETO CIRÍLICO.

Pero en esta época el cristianismo se había dividido prácticamente en dos religiones rivales, una encabezada por el papa en Roma y la otra por el patriarca de Constantinopla. Cada cual estaba ansioso por convertir a los paganos en competencia con su rival, puesto que cada cual aumentaría su poder si un grupo determinado de tribus rezaba en latín en lugar de hacerlo en griego (o al contrarío), y reconocía la supremacía del papa (o la del patriarca).

En cuanto a los bárbaros, tenían que ver qué rama de la Iglesia era menos peligrosa para su seguridad. Así los eslavos moravos que habitaban lo que hoy llamamos Checoslovaquia, consideraban a los germanos sus enemigos principales, y al Imperio Bizantino un posible aliado contra ellos. Por ello, pidieron al emperador que les enviara misioneros que les preparasen para ingresar en la Iglesia oriental.

En el 862, se envió a dos griegos, Cirilo y Metodio a convertir a los moravos. Emprendieron su labor con gran entusiasmo, inventando un alfabeto para emplearlo en los idiomas eslavos. Todavía hoy se emplea el alfabeto cirílico en ciertas naciones eslavas.

La Iglesia occidental se opuso enérgicamente a esta actividad de los misioneros griegos más allá de la línea que se consideraba como la separación entre Oriente y Occidente. El papa intentó con éxito invalidar la maniobra patrocinando él mismo a los misioneros. Cirilo y Metodio fueron llamados a Roma un par de veces, y el papa permitió que los eslavos usaran su idioma nativo, en lugar del latín, en la liturgia.



[Cirilo y Metodio. Moscú. Fotografía :NM]

 

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UNA PRUEBA CURIOSA.

El sucesor de Juan, Teodoro II, derrotó incluso a los búlgaros en 1255, y quedó claro que Nicea era la verdadera heredera del Imperio Bizantino. En 1258, sin embargo, murió Teodoro y su hijo de ocho años ascendió al trono con el nombre de Juan IV. Lo conseguido por Nicea podía haberse perdido entonces si no llega a ser porque Teodoro tenía un primo segundo, Miguel Paleólogo. Miguel era un hombre inteligente, enérgico y sin ningún escrúpulo. Una vez que se consideró dudosa su fidelidad, se decidió someterle a una prueba. Tenía que llevar una bola candente tres veces desde el altar de una iglesia hasta la barandilla del santuario; si era inocente, la mano no se le quemaría. Miguel dio su aprobación a la prueba con tal de que el patriarca (que, debido a su inocencia, no podía temer nada) le entregara la bola candente. E1 patriarca decidió que la prueba no era necesaria y que Miguel era inocente.

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CAÍDA DE CONSTANTINOPLA Y SURGIMIENTO DE ESTAMBUL.

Constantino XI, en una situación desesperada, intentó una vez más en 1452 reconocer la supremacía papal; pero incluso al borde del abismo, su pueblo demostró que no estaba dispuesto a seguirle. Un alto funcionario bizantino expresó este sentimiento con la famosa frase: “Mejor el turbante del turco que la tiara del papa”. No era simplemente locura. Con los turcos, los bizantinos serían libres para practicar su propia versión del cristianismo; con el papa no.

Así que el 3 de abril de 1453 comenzó el sitio de Constantinopla. La arruinada ciudad ya no contaba con un millón de habitantes. Amontonada dentro de sus desmoronadas murallas, había una población de30.000 personas, y no más; de éstas, sólo se podía contar con 5.000 para la defensa. Había 3.000 aliados occidentales más, los más eficaces de los cuales eran los genoveses, dirigidos por Giovanni Giustiniana.

Por extraño que parezca, su nombre era la versión italiana de Justiniano, una especie de triste recordatorio del gran emperador que había gobernado el imperio en su apogeo, nueve siglos antes. Contra los defensores, los turcos llevaron una fuerza de 80.000 a 100.000 hombres.

Aun con esta desigualdad de efectivos, el pueblo de Constantinopla todavía podía contar con sus maravillosas murallas, que habían resistido todos los intentos de ruptura por la fuerza (pero no por la traición, y en connivencia con quintas columnas situadas dentro de la ciudad) a lo largo de once siglos.

Pero había aparecido algo nuevo en el mundo, y los días de los muros inexpugnables ya habían pasado. Doscientos años antes, había llegado al Occidente desde China, traído tal vez por los mongoles. Se había perfeccionado ya una técnica mediante la cual se empleaba la explosión de la pólvora para hacer salir gigantescos proyectiles de largos tubos metálicos a gran velocidad. Mohammed disponía del mejor cañón de este tipo que Europa había visto nunca. Comenzó a bombardear las murallas, utilizando balas de piedra que pesaban 1200 libras. Ante ellas hasta los muros más fuertes se agrietarían, desconcharían y derrumbarían.

Los defensores lucharon a la desesperada, con un valor digno de los mejores días del imperio. Luchaban durante el día y se reponían por la noche. El 18 de abril, rechazaron un asalto frontal de los turcos. Luego, el 22 de abril, el obstinado Mohammed hizo que arrastrasen sus naves a través de una estrecha lengua de tierra situada entre el mar y el Cuerno Dorado, y cuando los habitantes de Constantinopla se despertaron, descubrieron que estaban siendo bombardeados por los dos lados y que se encontraban aislados de cualquier posible salvación o abastecimiento por mar. Pero no se rindieron: esperaban un milagro que salvaría a su ciudad, tal como había ocurrido, una y otra vez en el pasado.

El bombardeo continuó, y el 29 de mayo Giustiniana fue herido en la mano. Aterrorizado, se retiró de la batalla, y sus genoveses con él, pese a las fervorosas súplicas de Constantino. El 29 de mayo de 1453, Mohammed ordenó un último asalto. Cayeron las murallas, y los turcos entraron en tropel. Constantino XI se despojó de su insignia imperial, tomó las armas y se metió entre la masa de combatientes más próxima. Cayó y nunca se encontró su cadáver. De este modo murió el último emperador romano de una línea ininterrumpida que se remontaba a Augusto, casi quince siglos antes, y a la fundación de la ciudad de Roma, veintidós siglos antes. Así cayó Constantinopla, con su undécimo Constantino, más de once siglos después de su fundación por el primero. Y si la ciudad había sufrido más de dos siglos de degradación, recuperó el valor y el ánimo para morir de la manera apropiada para una capital imperial que había conocido la gloria.

El saqueo de la ciudad no fue, ni mucho menos, tan grave como el realizado en 1204 por sus

conquistadores cristianos (también es cierto que había menos que destruir); pero los nobles que habían preferido el turbante en lugar de la tiara fueron asesinados por órdenes del turbante. Los gloriosos mosaicos y ornamentos de Hagia Sofía fueron blanqueados para que los piadosos ojos de los turcos no tuvieran que mirar los objetos idolátricos. Le añadieron minaretes y Hagia Sofía se convirtió en una mezquita (en el siglo XX la república turca que ya no es fanáticamente islámica, quitó la cal para provecho de todo el mundo). Se cambió el propio nombre de la ciudad. Se la llamó Estambul (nombre que sigue conservando en la actualidad) no se sabe si como una forma distorsionada de Constantinopla o porque es una forma de la frase griega que significaba “a la ciudad”.

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SI CONSTANTINOPLA FUE LA SEGUNDA ROMA, MOSCÚ ES LA TERCERA ROMA.

El fantasma occidental del Imperio Romano había existido siempre, desde sus comienzos con Carlomagno, con independencia del Imperio de Constantinopla. El propio Imperio Bizantino, que se vio reducido a ser un fantasma durante sus siglos finales, dejó realmente una sombra de sí mismo: el fantasma de un fantasma. Ocurrió del siguiente modo.

Constantino XI, el último de los emperadores bizantinos, tenía un hermano más joven, Tomás, que tenía una hija llamada Zoe. En 1472 se casó con el Gran Duque Iván III de Moscovia, que era el señor de una gran extensión de tierra selvática en el sombrío este de Europa, que rodeaba la ciudad de madera de Moscú.

Moscovia acababa de librarse del tétrico dominio de los mongoles y constituía una rama independiente del cristianismo oriental. Iván III asumió el título de zar (césar) y se consideró heredero de las tradiciones de Roma y Constantinopla. De hecho, su hijo, Basilio III, podía considerarse, por su madre, como miembro del linaje real de los Paleólogos, así como su hijo, el célebre Iván IV “El Terrible.




[Iván El Terrible. Galería Tretiakov. Fotografía: NM]

 

El último zar que pudo remontar su ascendencia hasta los emperadores del Cuerno Dorado fue Teodoro II, que gobernó brevemente en 1605. Aunque carecían de abolengo, los sucesivos soberanos del Imperio Ruso (en el cual se había desarrollado Moscovia), mantuvieron, sin embargo, la ficción de ser los herederos de Constantinopla. Entre los rusos se extendió una frase, según la cual la Primera Roma había caído, y también la Segunda (Constantinopla), pero la Tercera Roma (Moscú) no caería nunca.

Durante la época de los zares rusos siguió habiendo una especie de anhelo de Constantinopla, aunque hasta el reinado de Pedro I “el Grande” no tuvieron fuerza suficiente para enfrentarse con los turcos. En 1696, cuando la oleada otomana comenzó a retroceder, los rusos tomaron Azov, situada en el trecho más al norte del mar Negro.




[Pedro El Grande. Kolómenskoe. Moscú. Fotografía: NM]

 

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RUSIA Y CONSTANTINOPLA.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914, Rusia y el Imperio Otomano se encontraron de nuevo en bandos opuestos. Rusia luchaba junto con Gran Bretaña y Francia; Turquía, en alianza con Alemania y Austria-Hungría. Por fin, los rusos estaban seguros de adueñarse de Constantinopla; los gobiernos inglés y francés se la habían prometido en caso de victoria. Y, claro está, los británicos y los franceses vencieron en 1918. Pero cuando llegó la victoria, no había nadie para hacerse cargo de Constantinopla. Un año antes, en 1917, una revolución había barrido al último de los zares rusos, Nicolás II, y el fantasma de un fantasma se había esfumado. Constantinopla, no, Estambul. siguió siendo turca.