LA MAGIA DE LA CRÓNICA.
Edgardo R Malaspina G
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En su libro La Magia de la crónica Earle Herrera define la misma como un
género que tiene relación con la historia, la literatura y el periodismo,
siendo la forma más limpiamente literaria de este último.
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La crónica apareció con la misma escritura en los albores de la
civilización en Mesopotamia con las tablillas en cuneiforme. Los sumerios
pensaban que todo lo registrado en sus bibliotecas tenía un gran poder más allá
de lo inmaterial. En nuestro continente su origen se remonta hasta la propia
llegada de los españoles: Colón fue el primer cronista con sus cartas y sus
interesantes diarios donde registró con todos los detalles sus peripecias. Le
siguieron conquistadores, aventureros, soldados y religiosos. Todos sintieron
la suprema necesidad espiritual de escribir, relatar, comentar e historiar la
nueva realidad que vivían.
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En Venezuela Juan de Castellano
hizo crónicas en versos rimados y de esa manera recogió la historia de la
conquista. Bartolomé de las Casas, José Oviedo y Baños, Francisco López de
Gómara, Alejandro de Humboldt y el
obispo Mariano Martí escribieron sus crónicas y sentaron las bases de la
historiografía nacional. El estilo de algunos de estos autores estaba en la
frontera de la realidad y el mito. Esto hizo decir a Alejo Carpentier que la
historia de América era una crónica de lo real maravilloso.
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La crónica es el cuento de lo que ve y oye el que escribe, y contiene
todos los géneros literarios; pero siempre partiendo de un hecho real, aunque
puede tener elementos que sobrepasan la realidad. Según Herrera, la crónica
debe ser un relato fidedigno de los hechos, aunque carezca de un orden
cronológico, narrados amenamente, con humor , mucha poesía y un estilo peculiar
y subjetivo que identifique al autor.
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Herrera afirma que el hacedor de crónicas nos va develando los secretos
y encantos de lo cotidiano. Cada efímero instante de la vida del hombre logrará
captarlo con su especial sensibilidad o percepción y expresarlo con gracia o
con humor, con fuerza o poesía, en el breve pero iluminador espacio de la
crónica, que reproduce en la escritura los instantes de la vida, con sus cosas
grandes y sencillas.
6
Con respecto a la extensión, López Gómara prefirió hacer crónicas breves
“que a todos place; solamente descontenta a los curiosos que son pocos, y a los
ociosos que son pesados”. Cervantes por
boca de El Quijote dijo que lo bueno si es mucho, aburre; mientras que lo malo
si es poco, puede gustar.
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