CRONISTA OFICIAL DE LAS MERCEDES DEL LLANO.

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LAS MERCEDES

viernes, 14 de junio de 2024

LOS EGIPCIOS. ISAAC ASIMOV

 

LOS EGIPCIOS DE ISAAC ASIMOV  (1967)

 Edgardo Rafael Malaspina Guerra


 

Este libro, interesante en todos sus capítulos , empieza así: En el nordeste de África discurre un río muy poco corriente. Tiene una longitud de 4.157 millas —es el río más largo del mundo— y se llama Nilo, del nombre griegoNeilos. Se ignora de dónde proviene el nombre griego, pues para el pueblo que vivía en sus orillas era simplemente «El Río».

ASPECTOS QUE ME LLAMARON LA ATENCIÓN

1

EL DESCUBRIMIENTO DEL AMONÍACO

Los griegos equipararon a Amón, principal dios egipcio, debido a una tradición que databa de la Dinastía XI, diecisiete siglos antes, a su más importante dios, Zeus. De ahí que el templo de Siwa fuese dedicado a "Zeus-Amón" ( o a "Júpiter-Amón", según la posterior versión romana). Existe una relación especial entre este templo y la química moderna. El combustible es, como puede suponerse, muy escaso en el desierto, y los sacerdotes de Siwa utilizaban estiércol de camello. El hollín que quedaba tras la combustión en los muros y techos del templo contenía cristales salinos blancos que se llamaron, en latín, sal ammoniaca ("sal de Ammón"). De estos cristales puede obtenerse un gas, y este gas se llamaría más tarde amoníaco.

¡De esta forma el gran dios de Tebas, al que Ajenatón había desafiado sin éxito y que Ramsés II había considerado segundo respecto de sí mismo, sobrevive hoy en el nombre de un gas mordiente, conocido por las amas de casa principalmente como componente de productos de limpieza!

2

LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA

Ptolomeo I heredó la biblioteca del gran filósofo griego Aristóteles, y no escatimó esfuerzos para ampliarla. Contrató a un erudito ateniense para que supervisase la organización de una gran biblioteca, que con el tiempo se convertiría en la mejor y más famosa del mundo antiguo; una biblioteca que no sería igualada y mucho menos superada, hasta diecisiete siglos después, hasta que la invención de la imprenta generalizó el uso del libro.

Junto a la biblioteca había un templo dedicado a las Musas (Mouseion en griego, Museum en latín, es decir, Museo) en el que los sabios podían trabajar en paz y sin molestias, libres de impuestos y mantenidos por el Estado. Atenas, que hasta entonces había sido el centro del saber griego, perdió terreno ante Alejandría en todos los campos, excepto en el de la filosofía. Los intelectuales iban a donde había dinero (como sucede hoy con la "fuga de cerebros", debida a la cual los intelectuales y profesionales europeos se marchan a Estados Unidos). En su apogeo, se dice, el Museo hospedaba a 14.000 estudiantes, por lo que el establecimiento era como una gran universidad, aun para las medidas de hoy. Fue en Alejandría donde Euclides elaboró su geometría, donde Eratóstenes midió la circunferencia de la Tierra sin abandonar Egipto, donde Herófilo y Erasístrato realizarán enormes progresos en anatomía, y Ctesibio perfeccionó y depuró el reloj más ingenioso de los tiempos antiguos, que funcionaba con agua. La ciencia alejandrina era de inspiración principalmente griega, pero la tecnología egipcia también contribuyó. Si Egipto estaba menos versado que Grecia en la teoría, estaba más capacitado en las cuestiones prácticas. Largos siglos de experimentación en el campo de los embalsamamientos habían dado lugar a gran cantidad de información y saber en química y medicina.

3

EL CALENDARIO

César se llevó consigo algo a Roma. Estando en Egipto había observado el funcionamiento del calendario basado en el sol (véase pág. 10) que, evidentemente, era mucho más práctico y eficaz que los calendarios lunares empleados en Roma y Grecia. Buscó la ayuda de un astrónomo de Alejandría, llamado Sosigenes, y mandó elaborar un calendario semejante para Roma. El año fue dividido en doce meses, algunos de treinta días y otros de treinta y uno. Esto no era tan ordenado como el uniforme mes egipcio de treinta días, con su unidad adicional de cinco días al final del año, pero se le añadió una mejora que los propios egipcios no habían aceptado nunca. Como el año tenía 365 días y cuarto y no 365 solamente, cada cuatro años se le añadía un "Día Intercalar" extra. Este Calendario Juliano, llamado así por el gran Julio César, fue transformado superficialmente dieciséis siglos después, pero en conjunto, es todavía el que usamos hoy en día. Así pues, podemos hacer remontar nuestro calendario directamente a Egipto y a la breve estancia de César en ese país.

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