LOS
EGIPCIOS DE ISAAC ASIMOV (1967)
Este
libro, interesante en todos sus capítulos , empieza así: En el nordeste de
África discurre un río muy poco corriente. Tiene una longitud de 4.157 millas
—es el río más largo del mundo— y se llama Nilo, del nombre griegoNeilos. Se
ignora de dónde proviene el nombre griego, pues para el pueblo que vivía en sus
orillas era simplemente «El Río».
ASPECTOS
QUE ME LLAMARON LA ATENCIÓN
1
EL
DESCUBRIMIENTO DEL AMONÍACO
Los
griegos equipararon a Amón, principal dios egipcio, debido a una tradición que databa
de la Dinastía XI, diecisiete siglos antes, a su más importante dios, Zeus. De
ahí que el templo de Siwa fuese dedicado a "Zeus-Amón" ( o a
"Júpiter-Amón", según la posterior versión romana). Existe una
relación especial entre este templo y la química moderna. El combustible es, como
puede suponerse, muy escaso en el desierto, y los sacerdotes de Siwa utilizaban
estiércol de camello. El hollín que quedaba tras la combustión en los muros y
techos del templo contenía cristales salinos blancos que se llamaron, en latín,
sal ammoniaca ("sal de Ammón"). De estos cristales puede obtenerse un
gas, y este gas se llamaría más tarde amoníaco.
¡De
esta forma el gran dios de Tebas, al que Ajenatón había desafiado sin éxito y
que Ramsés II había considerado segundo respecto de sí mismo, sobrevive hoy en
el nombre de un gas mordiente, conocido por las amas de casa principalmente
como componente de productos de limpieza!
2
LA
BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA
Ptolomeo
I heredó la biblioteca del gran filósofo griego Aristóteles, y no escatimó esfuerzos
para ampliarla. Contrató a un erudito ateniense para que supervisase la organización
de una gran biblioteca, que con el tiempo se convertiría en la mejor y más famosa
del mundo antiguo; una biblioteca que no sería igualada y mucho menos superada,
hasta diecisiete siglos después, hasta que la invención de la imprenta
generalizó el uso del libro.
Junto
a la biblioteca había un templo dedicado a las Musas (Mouseion en griego,
Museum en latín, es decir, Museo) en el que los sabios podían trabajar en paz y
sin molestias, libres de impuestos y mantenidos por el Estado. Atenas, que
hasta entonces había sido el centro del saber griego, perdió terreno ante
Alejandría en todos los campos, excepto en el de la filosofía. Los
intelectuales iban a donde había dinero (como sucede hoy con la "fuga de
cerebros", debida a la cual los intelectuales y profesionales europeos se
marchan a Estados Unidos). En su apogeo, se dice, el Museo hospedaba a 14.000
estudiantes, por lo que el establecimiento era como una gran universidad, aun
para las medidas de hoy. Fue en Alejandría donde Euclides elaboró su geometría,
donde Eratóstenes midió la circunferencia de la Tierra sin abandonar Egipto,
donde Herófilo y Erasístrato realizarán enormes progresos en anatomía, y
Ctesibio perfeccionó y depuró el reloj más ingenioso de los tiempos antiguos,
que funcionaba con agua. La ciencia alejandrina era de inspiración
principalmente griega, pero la tecnología egipcia también contribuyó. Si Egipto
estaba menos versado que Grecia en la teoría, estaba más capacitado en las
cuestiones prácticas. Largos siglos de experimentación en el campo de los
embalsamamientos habían dado lugar a gran cantidad de información y saber en química
y medicina.
3
EL
CALENDARIO
César
se llevó consigo algo a Roma. Estando en Egipto había observado el funcionamiento
del calendario basado en el sol (véase pág. 10) que, evidentemente, era mucho
más práctico y eficaz que los calendarios lunares empleados en Roma y Grecia. Buscó
la ayuda de un astrónomo de Alejandría, llamado Sosigenes, y mandó elaborar un calendario
semejante para Roma. El año fue dividido en doce meses, algunos de treinta días
y otros de treinta y uno. Esto no era tan ordenado como el uniforme mes egipcio
de treinta días, con su unidad adicional de cinco días al final del año, pero
se le añadió una mejora que los propios egipcios no habían aceptado nunca. Como
el año tenía 365 días y cuarto y no 365 solamente, cada cuatro años se le
añadía un "Día Intercalar" extra. Este Calendario Juliano, llamado
así por el gran Julio César, fue transformado superficialmente dieciséis siglos
después, pero en conjunto, es todavía el que usamos hoy en día. Así pues,
podemos hacer remontar nuestro calendario directamente a Egipto y a la breve
estancia de César en ese país.
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