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AKENATÓN
Contemplamos
una estatua con rostro masculino y cuerpo femenino. El guía no explica que
Akenatón (1372-1336 antes de Cristo), y que su figura ha sido objeto de discusiones
y estudios.
Akenatón
fue el primero en hablar de un solo Dios, por lo tanto, en medio de la
muchedumbre de dioses egipcios, se convierte en un hereje. Atón, el dios sol,
es el único que da luz y vidas.
“Cada
mañana, Akenatón, acompañado por su familia y sus íntimos, se dirige al templo
para rendir culto al sol. Con su cetro, donde se encarna el Poder, consagra las
ofrendas, tiende hacia Atón un cartucho que contiene el nombre del dios y ensalza a Maat, la armonía celestial, inseparable de la luz. Es el instante privilegiado
en que despunta el alba, cuando Atón disipa las tinieblas”. (Christian Jacq, El
Antiguo Egipto, día a día, 1985).
Moisés
colaboró con Akenatón en la implantación del monoteísmo o culto al sol. Al
morir Akenatón la nueva religión cae en desgracia y también sus propulsores.
Moisés huye con un pueblo semita (judíos) y le enseña la nueva religión. (Freud,
Moisés y la religión monoteísta, 1939).
Isaac
Asimov, en su libro “Los egipcios” (1976) escribe un interesante y extenso
párrafo que no tiene desperdicio por ser muy esclarecedor:
“Akenatón
abandonó incluso su propio nombre, Amenhotep, pues conmemoraba a Amón (significaba
«Amón está complacido») uno de los dioses egipcios que él despreciaba como mera
superstición. Su dios era el glorioso sol, que adoraba de un modo distinto al de
los egipcios. Lo adoraba no como a un dios, en el sentido habitual de
representarlo bajo forma humana o animal, sino que era el mismo disco del sol
lo que veneraba, el fulgurante y redondo sol, que imaginaba emitiendo rayos que
terminaban en manos; manos que derramaban los favores divinos de la luz, del
calor y de la vida sobre la tierra y sus habitantes (lo que, desde un moderno
punto de vista científico, no es una idea del todo equivocada). El rey llamó
Atón al disco solar, y se nombró a sí mismo Ajenatón (también llamado Ijnatón o
Akhenatón), que significa «agradable a Atón». Ajenatón, como se lo conoce en la
historia, tenía intención de imponer sus creencias a los egipcios. Fue el
primer «fanático» religioso conocido de la Historia, a menos que contemos a
Abraham, el cual, según la leyenda judía, destrozó los ídolos de su ciudad natal
de Ur por convicciones religiosas, unos seis siglos antes de Ajenatón. Ajenatón
construyó templos para Atón y preparó un ritual completo para el nuevo dios. Existe, por otra parte, un hermoso himno al sol, que se encontró esculpido en la tumba
de uno de sus cortesanos. La tradición lo atribuye a la imaginación del propio
faraón, y es un himno que suena casi como un salmo bíblico. En realidad, el
entusiasmo de Ajenatón por Atón era tan grande que no se contentó simplemente
con añadirlo a los demás dioses egipcios, o incluso con convertirlo en el dios
principal del panteón egipcio, sino que decidió que Atón debía ser el único
Dios y que todos los demás dioses debían ser eliminados. Se trata, pues, del
primer monoteísmo de la Historia que conocemos, a menos que, de nuevo,
aceptemos el monoteísmo de Abraham”.
El
escritor egipcio Naguib Mahfuz (1911-2006 ) , Premio Nobel de Literatura (1988), inicia su novela “Akenatón"(1985)con estas palabras:
“Para
unos, un ser repugnante, deforme, medio hombre, medio mujer, que desatendió las
tareas políticas para consagrarse a la difusión de su nueva religión
monoteísta, lo que permitió que los enemigos de Egipto derrumbaran el imperio.
Para otros, un hombre fascinante que revolucionó no sólo la religión, sino el
arte y la sociedad, y al que las tradiciones y el poder de los sacerdotes de
los viejos dioses acosaron hasta la muerte”.
ANDROGINIA
[La Mona Lisa ¿Retrato andrógino?]
Ya
dijimos que el aspecto corporal de Akenatón ha llamado la atención. Las
explicaciones sobre la apariencia del
faraón van desde las que argumentan causas
patológicas hasta las que hablan de una moda artística.
Se
dice que la conducta del faraón estuvo marcada por sus enfermedades, por las
cuales fue excluido del grupo familiar. Al crecer, en medio de este complejo,
hizo su propia tienda: se apartó de la manada.
Síndrome
de Froehlich:
El
síndrome adiposogenital, también conocido como síndrome de Froehlich, es una
enfermedad que afecta principalmente a niños y adultos jóvenes. Se caracteriza
por la combinación de obesidad, retraso en el desarrollo sexual y disfunción
del sistema hormonal.
Este síndrome fue descartado porque se
acompaña de discapacidad mental y esterilidad; y Akenatón no era el último en
inteligencia y engendró hijos (Tutankamón, Anjesepaatón, Neferneferuatón,
Setepenra, Neferneferura, Meritatón, Meketatón, Anjesenpaatón-Tasherit,
Meritatón-Tasherit )
Síndrome
de Marfán:
En
síndrome de Marfán las extremidades superiores a inferiores están más
alargadas, así como también la cara. El pecho está hindido.
En
2010 se analizó el ADN de la momia del faraón y los desordenes genéticos fueron
descartados.
Hidrocefalia
La
cabeza de Akenatón también ha sido objeto de estudios, porque algunos médicos
creen que el faraón pudo haber sufrido de hidrocefalia, una patología caracterizada por
la acumulación de líquido dentro de las cavidades del cerebro. Esto provoca presión intracraneal,
lo que a su vez conlleva a la deformación de la cabeza.
La
autora Patricia Caniff lo habla en su
libro "Akenatón" del
desplazamiento del tejido adiposo desde la mitad del cuerpo hacia los muslos.
Pudiera tratarse de lipodistrofia muscular: La grasa se acumula desde el
abdomen hacia abajo, y el cuerpo adquiere formas femeninas con caderas anchas.
Corriente
artística:
Hay
escuelas pictóricas con sus representantes que dibujan figuras humanas
ampulosas, alargadas u obesas. Así ,“Las representaciones inusuales del periodo
amarniano o marniense * eran solo una convención artística, dando a las figuras
humanas rasgos del dios Atón, que como dador de vida era imaginado andrógino,
con características femeninas y masculinas”.
*El
Periodo amarniense (1353 a 1336 a. C.) designa una etapa de la historia de
Egipto durante la cual el faraón Akenatón reinó en su nueva capital, Ajetatón.
El nombre árabe del sitio es Amarna, de ahí el nombre del periodo amarniense.
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