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LA
ESTATUA DE KEFRÉN
La
estatua de Kefrén, sentado, se esculpió entre el 2550 y el 2480 antes de Cristo.
Está hecha en diorita. ¿Qué es la diorita? Buscó en mi memoria las clases de “Mineralogía”,
una materia que cursábamos en el último año del bachillerato; y solamente recuerdo
que era una asignatura atractiva, que teníamos un libro muy bien diseñado con
hojas grandes y agradables al pasarlas con el índice; y que la profesora nos
mostraba una colección muy completa de rocas de todos los tamaños, formas y
colores. No preciso si todos mis compañeros de clases consideraban esta materia
como dije: atractiva. Tal vez, yo solo tenía ese gusto. Las nubes y las piedras
siempre han llamado mi atención. Cuando no
camino, y estoy al aire libre, veo hacia arriba y examino las nubes, cuando camino veo hacia abajo y examino las
piedras. Sin ciertas manías, la vida carece de sentido. Tales de Mileto dijo
que vivíamos para contemplar el cielo. No sé si algún otro filósofo dijo que
vivíamos para contemplar el suelo.
Busco
en internet, y encuentro: La diorita es una roca plutónica... Bueno, lo dejo
hasta allí, me conformo con saber que es
una piedra bien dura que le sirvió a los escultores egipcios para eternizar a
Kefrén. La Eternidad, así con mayúscula, era el sueño de los faraones...
Esta
estatua majestuosa fue encontrada en 1860 cerca de Guiza.
Kefrén
está sentado con egregia solemnidad. Es la representación de todos los dioses
del altar egipcio. Por eso, el león y el halcón lo protegen. Kefrén simboliza el poder absoluto. Su pose es la del
que da órdenes. Su gesto es del que toma decisiones transcendentales para
conducir a su pueblo unido por el
sendero de la gloria.
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