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MOMIAS
Sobre
el proceso de momificación, Heródoto en su mencionado libro escribe lo
siguiente:
“El
embalsamamiento: Empiezan metiendo por las narices del difunto unos hierros
encorvados, y después de sacarle con ellos los sesos, introducen allá sus
drogas e ingredientes. Abiertos después los ijares con piedra de Etiopía aguda
y cortante, sacan por ellos los intestinos, y purgado el vientre, lo lavan con
vino de palma y después con aromas molidos, llenándolo luego de
finísima mirra, de casia, y de variedad de aromas, de los cuales exceptúan el
incienso, y cosen últimamente la abertura. Después de estos preparativos adoban
secretamente el cadáver con nitro durante setenta días, único plazo que se
concede para guardarle oculto, luego se le faja, bien lavado, con ciertas
vendas cortadas de una pieza de finísimo lino, untándole al mismo tiempo con
aquella goma de que se sirven comúnmente los egipcios en vez de cola. Vuelven
entonces los parientes por el muerto, toman su momia, y la encierran en un nicho
o caja de madera, cuya parte exterior tiene la forma y apariencia de un cuerpo
humano, y así guardada la depositan en un aposentillo, colocándola en pie y
arrimada a la pared. He aquí el modo más exquisito de embalsamar los muertos”.
Le
pregunto al guía, por pura curiosidad, por el vino de palma (dátiles). Pensaba que si
Heródoto lo menciona, es probable que sea una bebida alcohólica nacional de
larga tradición, como en otros países lo
es el whisky, la vodka o el sake. Se sorprende y me contesta “que no hacen vino
de dátiles, y que jamás lo ha visto en licorerías”.
Me
quedé con las ganas de llevarme una botella del vino de las momias.
***
Heródoto
habla también sobre el embalsamamiento de las mujeres, específicamente de las damas
bellas. Información que demuestra la existencia de la necrofilia desde tiempos
muy antiguos:
“En
cuanto a las matronas de los nobles del país y a las mujeres bien parecidas, se
toma la precaución de no entregarlas luego de muertas para embalsamar, sino que
se difiere hasta el tercero o cuarto día después de su fallecimiento. El motivo
de esta dilación no es otro que el de impedir que los embalsamadores abusen
criminalmente de la belleza de las difuntas…”.
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