CRONISTA OFICIAL DE LAS MERCEDES DEL LLANO.

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LAS MERCEDES

sábado, 13 de mayo de 2017

MOLOTOV

DE MOLOTOV A PUPUTOV
Edgardo Malaspina
1
Existes muchas versiones sobre el origen del nombre “bomba mólotov” que comúnmente llaman “molotov”, pero yo me atengo a la versión de Rusia (en donde se inventó el artefacto bélico) y que es recogida por sus historiadores.
2
Los líderes  bolcheviques (el partido que tomó el poder en 1917 para instaurar el socialismo en Rusia) eran muy dados a cambiar sus apellidos: Uliánov empezó a firmar como “Lenin” (del río siberiano “Lena”, cerca de donde estuvo preso). Dzhugashvil tomó el pseudónimo de “Stalin” (del ruso “stal”: acero) y Skriabin prefirió llamarse “Mólotov” (del ruso “molotok” : martillo).
3
Los dos hombres fuertes de la URSS en la década de los cuarenta del siglo XX eran Stalin y Mólotov. El primero era el de la acción, mientras que el segundo  se ocupaba de la burocracia y firma de papeles. Por eso sus camaradas le dieron otro apodo: “kamennaia zadnitza” (“culo e piedra”).
4
En 1939 Alemania y la URSS firmaron un pacto de no agresión, conocido por los respectivos ministros que lo firmaron como  Pacto Ribbentrop-Mólotov. Sin embargo, Alemania no respetó el pacto y en 1941 invadió la URSS.
5
Los alemanes penetraron con sus tanques al territorio soviético. La gente desprevenida empezó a lanzarles botellas encendidas llenas de gasolina. Cuando los jerarcas soviéticos se dieron cuenta que esa era una forma barata de armar a la población empezaron a producir botellas de manera masiva para llenarlas de gasolina. El punto de cuenta para fabricar las botellas lo firmaba Mólotov.
6
Los soviéticos no le pusieron un nombre específico al nuevo artefacto bélico, pero los alemanes  en sus reportes decían que fueron atacados  con los cocteles o bombas de Mólotov.
7
Las bombas mólotov (molotov) y púputov (puputov) son parte de la creatividad popular en el contexto de las guerras asimétricas.




LA VICTORIA SOBRE EL FASCISMO

LA VICTORIA SOBRE EL FASCISMO

Edgardo Malaspina

El 7, 8 y 9 de mayo de cada año los amantes de la paz celebran el Día de la victoria de los Aliados (URSS, EE UU, Inglaterra y Francia) sobre el Eje (Alemania, Italia y Japón). Finalizaba la Segunda Guerra Mundial con la derrota aplastante del ejército fascista alemán en 1945, cuyo proyecto destructor y racista amenazaba toda la humanidad.  En mayor costo en vidas lo llevó la Unión Soviética: más de treinta millones de muertos fue el  pago para detener a Hitler y sus pretensiones de someter a todos los pueblos que consideraba inferiores. La máxima expresión de ese proyecto criminal se exhibe en algunos museos europeos: lámparas hechas con piel humana, especialmente de aquellas personas que tenían algún tatuaje.

 En mi familia tenemos recuerdos dolorosos pero también razones para sentirnos orgullosos: Estepan Piskunov, abuelo de mi esposa Natalia, entregó su vida a los 28 años de edad en la Batalla de Smolensk en 1941.Smolensk está a 360 kilómetros de Moscú. En la batalla murieron 45 mil soviéticos y 300 mil terminaron prisioneros. Pero los soviéticos detuvieron a los hitlerianos y evitaron que tomaran Moscú. El abuelo Estepan fue un digno soldado del Heroico Ejército Rojo. Fue sepultado en el lugar de la batalla.  En el 70 aniversario de la Victoria (2015)  familiares de los soldados caídos llevaron sus retratos en el desfile de la Victoria. Allí estuvo también el de Estepan.
Tengo además algunas reminiscencias personales. Mi profesor de Pediatría, Alexei Tiurin, participó en la Segunda Guerra Mundial como enfermero. Se inició en la Batalla de Stalingrado, el más grande y sangriento duelo militar de todos los tiempos. Al finalizar el conflicto bélico a Tiurin se le concedió el honor de acompañar al general  Gueorgui Konstantínovich Zhúkov (el verdadero vencedor del lado soviético de la guerra y quien derrotó a los alemanes en el propio Berlín) en su entrada triunfal a la Plaza Roja. Al morir Tiurin, la Sociedad de Pediatría de Rusia emitió un comunicado que finaliza así: “Agradecemos al destino porque tuvimos la suerte de haberlo conocido y estar al lado de esta persona valiente, extraordinariamente modesta y bondadosa. El cariño y el recuerdo hacia Nicolai Aleksievich Tiurin estarán siempre en nuestros corazones”.

Zhúkov peleó con tanques y aviones; sin embargo, su prestigio era tan grande que Stalin le permitió entrar  a la Plaza Roja montando un caballo blanco. Y así le levantaron una estatua.


 Mi profesor de Microbiología  Vasily Kiktenko, quien nos trataba con gran deferencia y cariño, peleó en los combates   de Berlín y vio izar la bandera roja de su país sobre el humeante y humillado Reichstag, cuyo simbolismo iba más allá del fin de la Gran Guerra Patria, nombre con el cual los rusos denominan la Segunda Guerra Mundial.