CRONISTA OFICIAL DE LAS MERCEDES DEL LLANO.

CRONISTA OFICIAL DE LAS MERCEDES DEL LLANO.
LAS MERCEDES

sábado, 30 de abril de 2022

LA HISTORIA SEGÚN TOLSTOI

 


 

LA HISTORIA SEGÚN TOLSTOI

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

(La historia tiene tantas explicaciones como las tiene la marcha de una locomotora:  el campesino dice que la mueve el diablo, otro dice que anda porque la mueven las ruedas, y el tercero explica el movimiento por el humo.)

 

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La guerra y la paz  (1865-1869) de León Tolstoi es una novela sobre la vida de la alta sociedad rusa del siglo XIX, pero también es un tratado militar y un compendio de historia. Tolstói expone en su obra sus puntos de vistas sobre los procesos históricos.

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 El objeto de la historia lo constituye la vida de los pueblos y de la humanidad.

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Hay historiadores biógrafos, de memorias, de estados particulares, de civilizaciones de ciertas épocas y hasta los universales.

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Los historiadores antiguos describían la actividad de los individuos aislados (monarcas, capitanes, ministros, oradores, sabios, reformadores, filósofos y poetas) que gobernaban los pueblos, expresando por medio de ella la de todos los hombres.

Para los antiguos historiadores la divinidad interviene en el curso de la historia y el objetivo de la humanidad es la grandeza del estado romano, español o francés; o la libertad y la igualdad de los pueblos:  “En una cierta civilización de un pequeño rinconcito del universo llamado Europa”.

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Pero la historia moderna no acepta la participación divina en el desarrollo de la historia. Los hombres hacen la historia con sus virtudes y defectos: “Por aquella época había en Francia un hombre genial, Napoleón. Vencía a todo el mundo por doquier, mataba a mucha gente, porque era un gran genio”.

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La historia moderna es semejante a un hombre sordo que contesta a unas preguntas que nadie le ha hecho.

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Los historiadores biógrafos consideran que la fuerza de la historia está en los héroes y los gobernantes.

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Los historiadores universales creen que la historia es el resultado de varias fuerzas dirigidas de un modo diferente: Napoleón es el resultado de la Revolución, de las ideas de 1789; y el poder de Napoleón ahogó las ideas de la Revolución.

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¿Cómo es posible que un libro “El contrato social”, por ejemplo, ¿fuese el promotor de que los franceses se mataran unos a otros?

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La historia tiene tantas explicaciones como las tiene la marcha de una locomotora:  el campesino dice que la mueve el diablo, otro dice que anda porque la mueven las ruedas, y el tercero explica el movimiento por el humo.

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La pregunta esencial de la historia es: ¿Qué es el poder?

El poder es la suma de las voluntades de las masas transmitidas por un acuerdo expreso o tácito sobre los gobernantes elegidos por aquellas.

Napoleón tenía el poder, y por eso los soldados cumplieron sus órdenes.

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Tolstoi critica los reportes que se hacen luego de una batalla; y esto lo hace como artista, como historiador y también como militar: cada bando describe el combate desde su punto de vista; pero no sólo eso: en mismo bando hay divergencias en la manera cómo vieron los acontecimientos bélicos porque el furor de las acciones no permiten tener una imagen exacta de los hechos. En todo esto siempre hay una mentira, la cual  “obedece a la necesidad de describir en algunas palabras la acción de millares de hombres situados en varios kilómetros de extensión, quienes se hallan en un estado de violenta excitación, bajo la influencia del miedo, de la vergüenza y de la muerte”.

Después de un combate el comandante del mismo les pide un reporte a sus jefes de tropas. Con estos reportes se redacta el informe oficial general, el cual resulta una gran mentira porque cada soldado recuerda su participación de manera distorsionada. Por otro lado, es imposible durante un combate ejecutar al pie de la letra las órdenes del general en jefe.

Tolstoi habla con fundamento: en su juventud fue a la guerra como militar en el Cáucaso, luego a Crimea, en el sitio de Sebastopol, donde se batió como capitán de Artillería y le fue encomendada la misión de redactar el informe final de la toma de la ciudad basándose en los más de veinte reportes que le entregaron.

 

martes, 19 de abril de 2022

HOJA CURRICULAR DE EDGARDO R MALASPINA G RELACIONADA CON LA HISTORIA

 

HOJA CURRICULAR DE EDGARDO RAFAEL MALASPINA GUERRA (1959).  LAS MERCEDES DEL LLANO. EDO. GUÁRICO.

 

Médico Internista graduado en Moscú. Médico Cirujano de la Universidad Rómulo Gallegos. PhD en Medicina. Magister Scientarum en Historia. Profesor y traductor de idioma ruso. Individuo de Número de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina, Cronista de Las Mercedes del Llano, Miembro de la Asociación Nacional de Cronistas Oficiales de Venezuela , ponente en congresos, simposios  y encuentros nacionales e internacionales  de cronistas e historiadores ; difusor de la Historia en artículos periodísticos; autor de varios blogs relacionados con la Historia; Miembro de la Sociedad Venezolana de Médicos Escritores .Ex -Director y ex -Decano de Postgrado de la Universidad Rómulo Gallegos;  y profesor Titular de la misma institución en las Cátedras de Historia de la Medicina, Arte y Cultura, Fisiopatología y Farmacología. Dirigió la revista científica universitaria “Lumen”.

Galardonado con los Premio Andrés Eloy Blanco, mención Poesía de la Federación Médica de Venezuela, Premio Ensayo Histórico del Instituto Nacional de Historia ,2007. Premio Ensayo de la Federación Médica,2009.Premio Fundarte ,2010.Premio Ensayo Histórico del Ministerio de la Cultura, 2010.

DISTINCIONES Y CONDECORACIONES

 

1.      Orden Francisco Lazo Martí.

2.      Orden Joaquín Crespo.

3.      Orden Julián Mellado.

4.      Orden Don Nicanor Rodríguez.

5.      Orden Botón de la Ciudad de San Juan de los Morros.

6.      Orden Monseñor Rodríguez Álvarez

7.      Orden Botón de la Ciudad de Camaguán.

8.      Orden Ciudad de San Jerónimo de Guayabal

9.      Huésped Distinguido.(Ortiz. 2008)

10.   Huésped Distinguido.(Maturín. 2011)

 

 

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ALGUNAS OBRAS PUBLICADAS RELACIONADAS CON LA HISTORIA

 

Del socialismo Real a la perestroika. Editorial Principios. Caracas. 1992.

Retazos. Breve semblanza de Las Mercedes del Llano. Imprenta Universitaria. UCV. Caracas.1995.

Las Mercedes del Llano: más de un siglo de Historia. Tipografía Miguel Angel García e hijo. S.R.L. Caracas 1998.

Historia de la Medicina en la Antigüedad. Graficas los Morros. 2003.

Historia de la Medicina en el Estado Guárico. Grafica los Morros.2004

Ernesto Luis Rodríguez, el Último Juglar. Sacven. 2008

Julio De Armas, Rector de la Dignidad. Universidad de Carabobo.2008.

Manual de Historia de la Medicina. Ministerio de Educación Superior. Caracas. 2010.

Las Mercedes del Llano y su Historia. Premio Fundación Editorial el Perro y la Rana. 2014.

Medicrónicas. 2015

Manual de Historia de la Medicina en Venezuela. 2017.

Historia de los Malaspina. Capitulo Venezuela. 2020.

30 Ensayos sobre la Historia. 2022.

 

 

CURSOS RELACIONADOS CON LA HISTORIA Y OTRAS CIENCIAS HUMANÍSTICAS

-Introduction to Philosophy, University of Edinburgh-online.2013.

-Pensamiento Científico, Universidad Autónoma de México-online.2013.

-The Ancient Greeks, Wesleyan University-online.2013

-Greek and Roman Mithology, University of Pennsylvania-online.2013

-Sobre qué discuten los filósofos hoy. Universidad Nacional de Investigación – Escuela Superior de Economía. Moscú. Online. 2014

 

 

 

 

30 ENSAYOS SOBRE LA HISTORIA

https://drive.google.com/file/d/1whgLgEKpKEt5G9b8r9i7sCn40J9mwbWQ/view?usp=sharing 

sábado, 16 de abril de 2022

PRONUNCIAMIENTO DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA ANTE EL CAMBIO DE SÍMBOLOS DEL MUNICIPIO LIBERTADOR

 


 

PRONUNCIAMIENTO DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA ANTE EL CAMBIO DE SÍMBOLOS DEL MUNICIPIO LIBERTADOR

 

La Academia Nacional de la Historia, ante el “Proyecto de reforma de ordenanza de los símbolos de la Ciudad de Caracas del Municipio Libertador”, aprobado en sesión extraordinaria celebrada el día miércoles 13 de abril de 2022, por la Cámara Municipal de Caracas, y ante la imposición inconsulta de un nuevo escudo, una nueva bandera y un nuevo himno para el Municipio Libertador, hace constar:

 

 

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Primero, una decisión de esa naturaleza debe ser sometida a la más amplia consulta entre otras, a la Academia Nacional de la Historia por ser esta institución una de las autorizadas para emitir opinión razonada sobre el tema de acuerdo a las Leyes de la República.

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Segundo, los símbolos de una nación, estado o municipio constituyen representaciones de identidad colectiva que fortalecen la pertenencia, y han sido construidos y elaborados a lo largo de su historia como resultado de un pasado compartido, por lo que no son creación circunstancial de una parcialidad política. Sólo una pobre y limitada comprensión de nuestro acervo histórico puede conducir al banal ejercicio que supone modificar los símbolos fundacionales de una ciudad cual, si se tratara de la práctica, perfectamente comprensible en tal caso, de remozar el logo de una marca comercial. En cambio, representaciones simbólicas de una ciudad pertenecen a un patrimonio colectivo que debe ser, por ello mismo, considerado como intangible.

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Tercero, el escudo de armas de la ciudad de Santiago de León de Caracas fue concedido por el rey Felipe II en 1591 a solicitud del procurador general ante la Corte, Simón de Bolívar, ascendiente directo de Simón Bolívar, el Libertador.

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Cuarto, si el símbolo del León en el escudo de la ciudad de Santiago de León de Caracas, pertenece a todo el Distrito Metropolitano, y posee el antecedente de haber sido solicitado por el ascendiente directo del Libertador, su erradicación debería ser sometida a una consulta pública de la Gran Caracas y no solo de la municipalidad de Libertador.

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Por último, la historia venezolana nos enseña desde el siglo XIX que todas aquellas celebraciones, símbolos y fechas políticas que fueron impuestas por las parcialidades políticas del momento y sus respectivos gobernantes de turno fueron sin excepción de efímera duración.

 

 

Dado en la ciudad de Santiago de León de Caracas, a los catorce días del año dos mil veintidós

 

 

 

ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA

 


jueves, 14 de abril de 2022

EL PRESENTE COMO PARTE DE LA HISTORIA

 


EL PRESENTE COMO PARTE DE LA HISTORIA

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

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El historiador español Julio Aróstegui plantea que la Historiografía no sólo debe referirse al pasado, sino también a la realidad social reciente. El tema no es nuevo, y, al contrario, incluso es muy antiguo. En efecto, Maquiavelo en el siglo XV ya había formulado la idea y pudo escribir El Príncipe gracias a las investigaciones que realizo de los fenómenos políticos del pasado, pero también del presente con el cual convivió. En una carta a Lorenzo de Médicis, el genio florentino escribe:“…Yo mismo, deseando ofrendar a Vuestra Magnificencia una prueba de mi espíritu , no encuentro nada más importante entre mis cosas ni que yo aprecie tanto como el conocimiento de los hechos de los grandes hombres, logrado en virtud de larga experiencia de los sucesos modernos y un estudio continuado de los antiguos. Y tras haberlos seleccionado y examinado atentamente se los ofrendo ahora a Vuestra Magnificencia recogidos en un pequeño libro”.

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 Para Aróstegui, que explica su tesis en el libro “La historia vivida. Sobre la historia del presente”(2004),  los límites en la Historiografía son convencionales y no existen contraposiciones entre Historia y presente. El presente o Historia cercana se ha considerado, erróneamente, una materia exclusivamente periodística o campo propio de la Sociología.  La Historiografía es la ciencia de los hombres en el tiempo. Nunca de los hombres en el pasado. JA afirma que la Historia no es meramente el tiempo pasado de la cosas humanas, sino que es el cambio de las cosas humanas. Para entenderla así es necesario recurrir a la escuela de los Annales, según la cual la historicidad es una categoría universal sin escala temporal.

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  La Historia no sólo tiene que ver con la realidad social en cierto lapso de tiempo, ni tampoco es el tiempo pasado del quehacer humano, sino que es el cambio de las cosas humanas. En ese sentido lo presente ya es Historia. Tal vez ese presente, esa realidad actual aparezca como análisis periodístico fugaz por la exigencia que imprime el hecho noticioso. Tal vez su aparición es a través de la crónica. No obstante, irreversiblemente esa crónica periodística es el fundamento de la Historia.

 

 

martes, 12 de abril de 2022

SOBRE EL MÉTODO CRÍTICO Y LA HISTORIOGRAFÍA

 


 SOBRE EL MÉTODO CRÍTICO Y LA HISTORIOGRAFÍA

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

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 El título corresponde al primer capítulo del libro de Germán Carrera Damas  (GCD)“Aviso a los historiadores críticos” (1995) y constituye un análisis sobre del método crítico en historia, el cual se erige en lucha constante contra la credulidad, estado anímico asociado a la superstición y que caracteriza la natural esencia humana.

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 El intelectual debe estar alerta para no caer en el abismo de la credulidad, la cual tiene múltiples formas, pero que en resumidas cuentas puede clasificarse en credulidad reverente y credulidad irresponsable. La primera recuerda al ídolo del teatro de Francis Bacon, cuando una idea es aceptada acríticamente sólo porque proviene de una autoridad en la materia tratada; mientras que la segunda es la que se nutre del rumor.

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 GCD dice que la lucha por reafirmar los criterios de la verdad ante las creencias aceptadas por el pueblo en general se inició en los albores de la propia historia y arranca con Heródoto , el padre de esta ciencia. Es así como Heródoto y también Tácito , ante la falta de pruebas sobre algunos hechos que narran, dejaron la posibilidad de que el lector los interpretara a su manera, según sus razonamientos.

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 La historiografía venezolana y latinoamericana no está exenta de la pugnacidad entre verdad y las creencias, y por el contrario dan muchos ejemplos, los cuales provienen del patriotismo y el nacionalismo. En particular lo dicho se acentúa en informaciones relacionadas con la exageración de las atrocidades cometidas por uno de los bandos o en el abultamiento en la cantidad de soldados que poseían. En este sentido son justas algunas dudas con respecto al número de prisioneros y muertos en el combate de Mata de la Miel (1816) aportados por José Antonio Páez. Así mismo puede ser exagerada la crueldad atribuida a José Tomás Boves.

  En Venezuela el rumor es producto de la desinformación y ha traído serias consecuencias en la arena política. Benito Pérez Galdós dice a propósito de las murmuraciones : “...Entonces no había periódicos, y las ideas políticas , así como las noticias , circulaban de viva voz, desfigurándose entonces más que ahora, porque siempre fue la palabra más mentirosa que la imprenta”.

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 Se ha dicho que para llegar a la verdad es bueno orientarse por las opiniones de alguna autoridad respetable en la materia estudiada. No obstante, ante esa autoridad es bueno quitarse el sombrero, pero no la cabeza, afirmaba Bacon.  GCD acota que el propio José Antonio Páez tuvo la humildad de reconocer la autoridad de Rafael María Baralt y al mismo tiempo tener la valentía de no estar de acuerdo con algunos de sus juicios con respecto a hechos de la historia venezolana en los que participó el Centauro de los Llanos. No todos tenemos esa predisposición espiritual de sopesar con serenidad y equilibrio el acontecer que nos rodea y la crítica que genera. Por ejemplo; el general Francisco de Paula Santander atacó al Libertador recurriendo a la autoridad de Alejandro Humboldt, quien supuestamente criticó a Bolívar en una conversación privada. Por otro lado, GCD dice que Francisco Herrera Luque, quien “nunca demasiado preocupados por los problemas metodológicos” escribió una obra sobre el general Manuel Piar con documentos que ni siquiera vio.  Sin embargo, es bueno aclarar que Francisco Herrera Luque escribió sus obras en un género literario denominado historia fabulada, a propósito del cual una vez escribió en carta a un amigo: “He escrito una biografía novelada donde es lícito hacer aparecer la imaginación en grado y medida conveniente. No sé cuándo la publique ni qué méritos literarios tendrá; lo único que puedo decirle es que no tiene ningún valor científico, valor que por otra parte jamás he mencionado; de modo que encuentro fuera del lugar sus argumentaciones y objeciones sobre el particular, de la misma forma que me sorprende y lastima un tanto, la pobre formación epistemológica que me atribuye, el recordarme los deberes y caminos que he de acatar y seguir en mis investigaciones. Si a estas alturas de la vida no conociera yo el valor del testimonio literario dentro de la antropología o el papel que le podemos adjudicar a la tradición, no creo que merecería la atención de un hombre como usted. ¿No le parece?

En lo que se refiere al tono desdeñoso que capta en mí al referirme a los “investigadores de archivos y papelotes”, debo aclararle o recordarle que en sano ensayo de humor, como es el que pretendo practicar en El Nacional, es lícito reírse de vez en cuando de todo lo solemne y de uno mismo, ya que si hay algún historiador de archivos y de papelotes ese soy yo, como lo podrá comprobar usted mismo tanto en la obra que le envié como en esta segunda edición de Los Viajeros de Indias que le adjunto”,

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 También Rufino Blanco Fombona habló de la cantidad de vidas desaparecidas durante la guerra de independencia sin citar el método utilizado en sus estadísticas o las fuentes de donde las obtiene. El problema seguramente vendrá luego cuando otros historiadores invoquen los números de Rufino Blanco Fombona argumentando su veracidad en la indiscutible autoridad del escritor. Rafael María Baralt y José Gil Fortoul también hablaron de números sin fundamentar sus cálculos.

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 Las cosas se ponen más difíciles para la verdad histórica cuando el historiador apoya su tesis nada más y nada menos que en el propio Dios, como es el caso de los cronistas de Indias: Gonzalo Fernández Oviedo y Valdez escribió que su pluma la guio Dios.

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Curiosamente hay otros que quieren imponer su verdad hasta con la violencia: el general Gregorio Cedeño (1865-1891) dijo que la batalla de La Victoria la ganó él y no Joaquín Crespo (1841-1898) en estos términos: “… y son testigos diez mil hombres que se encontraban en La Victoria. Que salga uno de ellos a desmentirme para clavarle un puñal en el corazón para que sirva de ejemplar a todo traidor de la verdad”. Esto lo escribió el general Cedeño en 1881,  y ese mismo año se volvió loco…

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 GCD explica que la necesidad de creer, asociada a la superstición y a las falacias históricas, es” la esperanza de respuestas simples, prácticas, seguras, que eximan al espíritu de la torturante necesidad de replantearse , una y mil veces, las mismas preguntas cargadas de respuestas infinitas ,que conforman una interrogante única sobre el destino del hombre.”

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Las palabras de GCD arriba expuesta nos recuerdan a los amigos que, cansados de indagar el sentido de la vida a través de la ciencia , el arte y la cultura en general, nos sorprenden un buen día con una sentencia lapidaria, pronunciada con una Biblia en la mano: “ya encontré la verdad”. Atrás quedaron las interrogantes incomodas, las noches de insomnio por buscar la razón de nuestra existencia, y la misión que tenemos , las frustraciones por no encontrar respuestas o encontrarlas, pero muy complicadas. El médico y escritor ruso Antón Chejov lo expresó así: “Creer en la inmortalidad del alma es una mentira que reconforta”.

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 Todo lo anterior referido no quiere decir que la historia debe narrarse sin belleza poética. GCD cita al escritor ruso Visarión Belinski: “Corresponde a la crítica distinguir entre la verdad y la mentira, entre lo dudoso y lo cierto; pero la historia que se apoya únicamente en la crítica histórica y que sólo es impecable desde ese ángulo, podrá ser fatigosa, seca, muerta…Pues para comprender el significado de los hechos, para penetrar su lado vivo, es necesaria la intuición poética…”

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 Un punto de inflexión importante en la lucha contra la credulidad y la superstición lo marcó la aparición de la Enciclopedia, la cual contenía algunos artículos muy críticos en contra de la religión y las interpretaciones idealistas de la historia. En uno de esos artículos , calzado por Denis Diderot, “La autoridad en los discursos y en los escritos”, se arremete contra la autoridad de esta manera: “…No es el nombre del autor lo el que debe hacer estimar la obra, es la obra la que debe llevar a hacer justicia del autor”. “Los grandes hombres sólo sirven para deslumbrar al pueblo, para engañar a los espíritus reducidos y para la cháchara de los seudo-sabios. El pueblo, que admira todo lo que no entiende, siempre cree que el que más habla, y con menos naturalidad, es el más hábil.”

 La autoridad, según los enciclopedistas, es un apoyo, pero nunca debe servir para conducirnos en detrimento de la razón. Seguir a un autor sin un análisis crítico se asemeja a la situación de minusvalía por la que atraviesa un ciego que debe seguir a otro.

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 Un antídoto contra el empleo abusivo de la autoridad lo sugirió Jean-Francois Marmontel (1723-1799) cuando aconsejó recurrir a la crítica , tanto interna como externa. Diderot reforzó el uso sistemático de la crítica: “En general es necesario que las autoridades estén en razón inversa a la verosimilitud de los hechos; es decir, tanto más numerosas y acreditadas   cuanto la verosimilitud sea menor.” Y más adelante agrega: “Los hechos clandestinos, aunque sean poco maravillosos, casi no merecen ser creídos”. No así los hechos públicos que cuentan con el reconocimiento de mucha gente”.

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 GCD habla de la autoridad religiosa, la cual se fundamenta en la fe y no acepta la crítica sino como pecado capital. Ilustra el fenómeno con un hecho curioso: la profetisa Gemaína Wilkinson , quien se creía la reencarnación de Jesús dijo sus seguidores que caminaría sobre el agua. Preguntó si todos le creían, y al comprobar que sí, entonces decidió que no era necesario hacer la demostración milagrosa.

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 La credulidad y la superstición en el continente americano arrancaron con el mismo Colón y los cronistas de Indias. Pero pensadores como Carlos Mariátegui, Manuel Díaz Rodríguez, y Mariano Picón Salas alertaron sobre la naturaleza religiosa, fanática y acrítica del cronista español interesado más en difundir sus creencias para dominar que en dilucidar objetivamente la nueva realidad americana. Sin embargo, historiadores como José de Oviedo y Baños cuando se refieren a algunos hechos fantásticos dejan al lector al posibilidad de discernir los de acuerdo a sus razonamientos.

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 Más tarde en Venezuela jugaron importante papel en la lucha contra la superchería la introducción de libros provenientes de Europa. Estas obras pertenecían a la pluma de los autores de la Enciclopedia. Fermín Toro habla de este tema y aprecia como muy positiva la influencia de los ilustrados franceses. Agrega además que “las únicas autoridades irrecusables son la verdad y la razón”. En esa misma línea se inscriben las palabras de Jesús María Portillo pronunciadas en 1883: “… En un siglo en que nadie tiene derecho a ser creído bajo su palabra de honor, ni a imponer sus opiniones con el dogmatismo de los pitagóricos, y quien sienta una proposición tiene que probarla.”

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Enrique Bernardo Núñez en 1961 afirmó : “…Esencial en la historia es el discernimiento . De nada vale la documentación más voluminosa si se carece de él. A veces una palabra basta para dar origen a equívocos, falsas suposiciones o levantar edificios con bases falsas…” . En 1963 continuó sus pensamientos en el sentido trazado antes: “Las nuevas generaciones deben estar dotadas de un espíritu crítico siempre alerta para comprenderla (a la historia)”.

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 Luego de evocar muchos ejemplos en donde se manifiesta la lucha entre la verdad histórica y la superstición junto a la credulidad, Germán           Carrera Damas propone tres procedimientos básicos para aplicarlos a la crítica historiográfica y la crítica histórica: la crítica externa, la crítica interna y la crítica estructural. Además, sugiere nueve prevenciones para orientar el espíritu crítico:

Primera prevención: A la obra no historiográfica le está permitido lo que le estaría vedado a la obra histórica, por cuanto la primera podría estar llena de parajes subjetivos permitidos.

Segunda prevención: Saber que el historiador puede tener un compromiso por lo tanto en su obra historiográfica pudiera enjuiciar al presente.

Tercera prevención: El crítico debe evitar el influjo de la autoridad respetable del pasado y las instancias morales.

Cuarta prevención: El crítico debe recurrir a la cautela a la hora de sopesar una posibilidad histórica más allá del sentido común.

Quinta prevención: El crítico debe considerar las posibilidades del oficio y tener en cuenta las condiciones limitantes.

Sexta prevención: El historiador debe evitar la búsqueda de hechos historiables, es decir , debe evitar la cacería de un hecho minúsculo para vanagloriarse de su descubrimiento porque esta búsqueda puede ofuscar su objetividad.

Séptima prevención: No se deben combinar los métodos historiográficos y literarios. Cada uno debe seguir sus propios derroteros.

Octava prevención: Recurrir a la cita precisa, no evitarlas y , por el contrario, usarla para reforzar nuestros razonamiento.

Novena prevención: El historiador debe prepararse anímicamente porque el trabajo de investigar, escribir y revisar es duro y las fuerzas espirituales a veces pueden fallar.

 

 

sábado, 2 de abril de 2022

LA HISTORIA SEGÚN SAN AGUSTÍN

 


LA HISTORIA SEGÚN SAN AGUSTÍN

(Los conceptos sobre la Historia, San Agustín los expuso en su libro “La ciudad de Dios -412-226)

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

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San Agustín (354-430), el más grande pensador de la Iglesia Católica, estableció el concepto sobre la historia universal relacionado con el cristianismo, según el filósofo español José Ferrater Mora : El pasado ya no es y el futuro no es aún. El presente si no pasa al pasado será siempre presente, y eso es la eternidad.

“Cada hecho histórico es un acto de Dios”. “La historia está desde siempre en la mente de Dios”.

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El “más allá” es la ciudad de los elegidos.

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No hay contradicción entre la fe y la razón. La fe hay que pensarla por la razón. La compresión es compatible con la creencia.

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La filosofía de la historia de San Agustín es una teología de la historia. La historia es la justicia de Dios, su misericordia, el castigo y la redención.

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La historia se hace mediante el pecado, es decir, mediante el quebramiento de la ley divina, el afán de conocer el bien y el mal, la soberbia, el alejamiento de Dios.

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La historia es la historia de los pecados humanos, el gran drama de la salvación. La historia empezó en un jardín idílico y terminó en un juicio.

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El hombre es miseria natural y grandeza divina.

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La historia nace, por voluntad de Dios, con el tiempo, y con él, el mundo y el hombre.

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El hombre tiene la posibilidad de dirigirse hacia Dios o hacia las tinieblas, y esa es la historia: un drama de la humanidad.

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La unidad es el principio y el origen de la historia, la cual se pierde y se recupera con la venida de Cristo.

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Para los pueblos antiguos la historia es su historia, porque cada uno de esos pueblos se consideraba el centro del mundo. Pero para San Agustín la historia abarca toda la sociedad humana.

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La historia es la naturaleza que evoluciona penetrada por el fuego divino que destruye y construye incesantemente los mundos. La historia es la inquietud misma, el vivir sin reposo hasta que el corazón descanse en Dios.

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La historia está prevista por Dios y señalada desde la eternidad.

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Dios le dio al hombre la libertad para el pecado y para la historia. El hombre pecó y fue expulsado del paraíso por Dios. El hombre comienza a vagar errante por el tiempo que es la historia. La historia comienza con el pecado de Adán. La disputa entre Caín y Abel es el principio de todas las guerras.

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La historia de los imperios es una historia inferior del poder terrenal, por encima del cual está la verdadera historia: la de Dios.

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La historia es la lucha entre la Ciudad de Dios y la Ciudad del diablo.