CRONISTA OFICIAL DE LAS MERCEDES DEL LLANO.
miércoles, 30 de septiembre de 2015
martes, 15 de septiembre de 2015
sábado, 12 de septiembre de 2015
LA MAGNANIMIDAD DEL VENEZOLANO
LA
MAGNANIMIDAD DEL VENEZOLANO
Edgardo
Malaspina
La
magnanimidad es sinónimo de grandeza de ánimo y de generosidad. El venezolano ha sido magnánimo desde los
albores la República .La Historia de
Venezuela tiene muchos ejemplos de
gestos de magnanimidad en el ámbito político-militar. En 1820, en plena Guerra
a Muerte , Bolívar y Morillo olvidan sus diferencias para considerarse
adversarios y no enemigos. Se abrazan, intercambian regalos, comen en una misma
mesa y duermen en el mismo cuarto. Firman un armisticio y se juran amistad
eterna. El Padre de la Patria coloca la primera piedra de la magnanimidad en la
política venezolana.
Páez
sufre un ataque epiléptico en medio de la Batalla de Carabobo (1821). El
comandante del ejército realista Antonio Martínez, en vez de rematarlo y
recibir premios, condecoraciones y medallas, auxilia al Centauro del Llano y
evita que muera lanceado apartándolo del combate. Cuando Martínez cayó en desgracia, más tarde,
Páez lo ayudó generosamente. Páez
de Curpa y Martínez de Calabozo son dos llaneros en bandos contrarios, pero
también dos venezolanos magnánimos.
En
1824, luego de finalizar la Batalla de Ayacucho llevaron apresado ante el general Antonio José de Sucre a su
enemigo en el combate, el virrey La Serna, quien herido entrego su espada al
venezolano. Sucre expresó: "Honor al vencido, Gloria al vencedor. Conserve
su espada porque está en manos de un valiente”. Los españoles fueron tratados
con nobleza e hidalguía.
En
1828 Pedro Carujo intentó asesinar a Bolívar en Bogotá en la conocida
Conspiración Septembrina. Como todo traidor (le debía un montón de favores a
Bolívar) involucró cobardemente a otros, entre ellos al general Santander.
Ambos fueron condenados a muerte. En Consejo de Ministros indultó a Carujo,
mientras que Bolívar hizo lo mismo con Santander.
En
1847 Antonio Leocadio Guzmán fue condenado a muerte. José Tadeo Monagas lo
indulto, y en 1849 lo hizo ministro de Interior y Justicia, y más tarde llegó a la vicepresidencia de la República.
Páez
y Falcón, enfrentados en la Guerra Federal, se reunieron en 1861 en el Campo de
Carabobo. Se abrazan; y Páez llora
cuando cuenta los pormenores de la
batalla que selló nuestra independencia.
Son enemigos de la guerra, son adversarios políticos, pero también son dos
venezolanos honorables, civilistas y magnánimos.
Y
así pudiéramos dar muchos otros ejemplos; pero es mejor acercarnos a nuestro
tiempo. A Carlos Andrés Pérez durante su
segunda presidencia (1989-1993) le informan varias veces sobre los preparativos
subversivos del comandante Hugo Chávez. Pero CAP hace caso omiso y sugiere no
truncarle la carrera al joven militar. Durante la intentona golpista del 4 de
febrero de 1992 mueren más de cien personas. Chávez es encarcelado por dos años
e indultado por el presidente Caldera, en un gesto típicamente magnánimo de la
política venezolana como lo muestra nuestra Historia.
Tengo
moral para hablar sobre este tema porque formé parte de los miles de
venezolanos que clamamos y solicitamos la libertad de Chávez. Escribí notas,
escribí versos y le envié libros a la cárcel, porque esto se podía hacer. Chávez
me lo agradeció con un carnet original, cartas y pinturas. (Escribí un artículo
detallado sobre este tema que algún día publicaré).
El
20 de diciembre de 2010 durante los actos de la X Promoción de Médicos
Cirujanos de la UNERG en el Teatro Teresa Carreño, de la cual tuve el honor de
ser padrino, también tuve otro gran honor: conversar no con el preso Chávez , sino con el
presidente de la República. Me recordó, me abrazó y me dijo: “Tú no eres
Malaspina, tu eres Buenaespina”, y pidió
a los periodistas una foto juntos.
Por
todo lo contado, y repito, porque me considero con moral para hacerlo, así como
una vez pedí públicamente la liberación de Chávez, y luego la de mi paisano
Raúl Baduel, ahora pido la de Leopoldo
López. Así somos los venezolanos: solidarios y comprensivos con los caídos en
desgracia.
Falta
un capítulo para saber si la Historia Política de Venezuela seguirá la
tradición de magnanimidad que la caracteriza o se desviará por el camino de la
ignominia.
domingo, 6 de septiembre de 2015
CONVENCIÓN DE CRONISTAS EN VALENCIA
DOS
GUARIQUEÑOS EN LA NUEVA JUNTA DIRECTIVA DE LA ASOCIACIÓN DE CRONISTAS DE
VENEZUELA
Entre
el 3 y 5 de septiembre de 2015 se realizó la XLIII Convención de
Cronistas de Venezuela (ANCOV) en la ciudad de Valencia. La misma se realizó en
el Centro de Artes Vivas “Alexis Mujica” (CAVAM) y contó con la presencia de
casi todos los cronistas de Venezuela, además de los invitados especiales
internacionales, como la del doctor Uziel Gutierrez de la Isla, de la Universidad
Autónoma de Zacatecas de México. Por el
Estado Guárico estuvieron presentes Edgardo Malaspina, Felipe Hernández,
Félix Lugo y Fernando Rodríguez.
En el evento se analizaron en varias mesas de
trabajo los asuntos gremiales y lo
concerniente a los deberes de los cronistas, sus investigaciones y su relación
con el patrimonio natural y cultural. La reunión de los cronistas de Venezuela
se inició con una misa en el Seminario de Nuestra señora del Socorro con la
participación de Monseñor Baltazar Porras, arzobispo de Mérida y cronista de
esa ciudad, y quien también bautizo y bendijo los libros del Dr. Edgardo
Malaspina “Medicrónicas” y “Las Mercedes del Llano y su Historia”. Sobre esta
última obra, Monseñor Baltazar Porras hizo comentarios elogiosos porque se
refiere “al pueblo del obispo Víctor Peréz”, su gran amigo, según sus propias
palabras.
La
actividad terminó con la elección de la nueva Junta Directiva de ANCOV en la
cual resultó electa como presidenta la profesora Victoria Fuentes, cronista de
Barbacoas, a quien acompañarán también como directivos los cronistas guariqueños Fernando Rodríguez y
Edgardo Malaspina, siendo este último el
más votado de la convención.
Con Uziel Gutierrez de la Universidad de Zacataca
lunes, 31 de agosto de 2015
LAS PROTESTAS EN LA DEMOCRACIA O EL EJEMPLO DE JOAQUÍN CRESPO.
LAS PROTESTAS EN LA DEMOCRACIA O EL
EJEMPLO DE JOAQUÍN CRESPO.
Cinco
personas fueron arrestadas por abuchear a una ministra y otros personeros del
gobierno en cayo Sol. Elías Pino Iturrieta critica que se quiera procesar ante
tribunales a estas personas porque considerar que en democracia no está prohibido
el abucheo.
Julio
De Armas comenta la siguiente anécdota: pasaba el general Crespo con algunos de
sus ministros, siendo presidente de la república, (1884-1886, y 1892-1898) por
el frente de la Universidad Central (hoy Palacio de las Academias). Los
estudiantes al identificarlo comenzaron a abuchearlo, y “algunos, más
atrevidos, llegan hasta proferir frases irrespetuosas”.
Se
convocó una reunión urgente en Miraflores y algunos ministros solicitaron la prisión o el destierro para los estudiantes
gritones.
Luego
de todas las intervenciones habló Crespo: “Bien, señores ministros, no
encontrando solución al caso, la solución es que yo no pase más por la
Universidad”.
Y
a los estudiantes no les pasó nada.
domingo, 23 de agosto de 2015
LAS ENFERMEDADES DEL GENERAL JOSÉ ANTONIO PÁEZ
XI ENCUENTRO DE CRONISTAS,
HISTORIDORES
E INVESTIGADORES
ORTIZ 2015
LAS ENFERMEDADES DEL
GENERAL JOSÉ ANTONIO PÁEZ
Edgardo
Malaspina
Uno
de los temas más atractivos en la Historia de la Medicina es el estudio de las enfermedades y causa de muerte de
personalidades prominentes. Es un ejercicio teórico, donde se analizan los
síntomas y el cuadro clínico del personaje
estudiado a la luz de los adelantos de la ciencia médica actual y se
comparan con los conceptos vigentes para la época que le correspondió vivir.
El general Páez (Curpa, Portuguesa, 13 de
junio de 1790 - Nueva York, 6 de mayo de 1873) es el héroe venezolano de la guerra de Independencia que más arriesgó su vida en
innumerables combates, pero al mismo tiempo fue el más longevo. En sus primeros
años de vida, tal vez, padeció de las enfermedades comunes de entonces, muy
difundidas en Venezuela: parasitosis intestinales y paludismo.
Cuando
era niño fue mordido por una culebra, episodio que se transformó en un trauma
psíquico y que le provocó ataques epilépticos. Es muy conocido el asalto por
parte de unos bandoleros que sufrió en su juventud y que cambió completamente
su vida: mató a uno de los bandidos pero la recámara de su pistola estalló y le
provocó una herida con desgarramiento interdigital entre el pulgar y el índice
derecho.
Cuando
Manuelote , en el hato La Calzada, lo somete a duros y humillantes trabajos
sufre desgarramiento de la piel y músculos que se infectan con miasis (gusano de monte).
En
su juventud, Páez era un hombre de gran fortaleza. Una huella de un sablazo en
una puerta conservada aún en La Casa de
la Cultura de Barinas, llamada Napoleón
Sebastián Arteaga nos lo demuestra. Aquí funcionó la cárcel donde Páez fue detenido en 1813 y encerrado
con grillos. Logró escapar y regresó para liberar a los otros presos. En su
intento liberador le cayó a machetazos a
los gendarmes. Uno de esos golpes quedó para siempre en la puerta de entrada, y
hoy es una de las piezas museísticas de la institución cultural. Páez en sus
Memorias narra el hecho así: “Dirígime entonces a la puerta de la cárcel , eché
pie a tierra, y sin decir una palabra a la guardia…comencé a repartir sendos
sablazos con tal furia, que todavía se conserva la señal de uno de tantos en
una hoja de la puerta…”
En
los llanos de Casanare un oficial le mostró una serpiente ensartada en una
lanza , lo que desencadenó un ataque epiléptico en uno de sus primeros combates
con convulsiones y gran ausencia: pérdida de la memoria, dolor de cabeza,
confusión mental. Persiguió solo en esas condiciones a los enemigos. Al
regresar al campamento no recordaba nada. Este primer ataque es considerado de
gran mal.
Los
epilépticos presienten la proximidad de
un ataque. Eso se llama aura o factor desencadenante. El aura de Páez era una
culebra o el nerviosismo antes de un combate. La carne de pescado la asociaba a
la de las culebras, y por eso el pescado también le provocaba crisis. En la
batalla de El Yagual, en 1816, sufre un ataque que cede cuando el general
Urdaneta le rocía el rostro con agua proveniente de un cañón. Sufre iguales
ataques en las batallas de Ortiz en 1818 y en la del trapiche de Gamarra en
1819. Pero en batallas muy violentas
como las de Las Queseras del Medio y Mucuritas no tiene ataques
epilépticos.
En
Carabobo recibe catorce lanzazos que
sólo rasgan su uniforme. Páez cae de su cabalgadura como consecuencia de un
ataque epiléptico. El realista Antonio Martínez lo salva de ser pisoteado por
los caballos. Lo coloca bajo un árbol de cañafístola para que repose. Páez se
entera de la victoria de Carabobo dos horas más tarde de finalizada la batalla,
la cual duró cuarenta y cinco minutos.
Páez reconoció más tarde que tuvo mucho miedo en la batalla de Carabobo, y esa
emoción desencadenó, seguramente, el ataque epiléptico.
En
1848 fue hecho preso por su compadre José Tadeo Monagas. Fue recluido en el
Castillo de San Antonio de la Eminencia, en Cumaná. Es recluido es un
cuartucho, donde además de la mala alimentación debe acostarse en el piso para
respirar aire puro a través de las rendijas
del tablado. Aquí enferma de neumonía. Es expatriado a Nueva York, donde se le rinde un homenaje
con parada militar. Su caballo resbala y se fractura el tercio inferior
tibio-peroneal. Los huesos se consolidan mal y el general en adelante caminará
con una ligera cojera.
Luego del Tratado de Coche en 1863, Páez
marcha a su exilio en Nueva York. Allí se queja de molestias urinarias. Tiene
73 años y probablemente esas molestias se relacionan con una hiperplasia
prostática benigna. Visita un museo y al mirar una boa disecada se le
desencadena un ataque epiléptico.
Al
pasea por el Central Park se queja de retención urinaria. Los médicos lo
sondean, y a los tres días pierde el conocimiento. Está en coma. Los reportes
médicos informan que se orina y se
defeca solo en la cama, no se alimenta, no habla.
El 6 de mayo de 1873 muere, a las siete y
veinticinco de la mañana, a los 83 años de edad. El acta de defunción firmada
por los médicos norteamericanos dice que murió de prostatitis y cistitis. Esa
conclusión necrológica es dudosa porque
ambas entidades nosológicas por
si solas no provocan la muerte. Según estos datos la muerte del general Páez es
muy probable que se debió a una insuficiencia renal. No obstante, de acuerdo a
otras fuentes, Páez murió de una bronconeumonía, consecuencia de un fuerte
resfriado, adquirido durante uno de sus paseos a caballo.
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