CRONISTA OFICIAL DE LAS MERCEDES DEL LLANO.

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LAS MERCEDES

lunes, 24 de junio de 2019

ASPECTOS MÉDICOS DE LA BATALLA DE CARABOBO



 ASPECTOS MÉDICOS DE  LA BATALLA DE CARABOBO.

Edgardo Malaspina
1

En los primeros años de guerra de independencia no existió del lado patriota ningún servicio de sanidad militar; los hospitales de guerra se improvisaban en las casas y se denominaban Puestos de Sangre. Los médicos de la guerra eran los curanderos y barberos y se les llamaba “Cirujanos Romancistas”, porque recetaban en español o lengua romance y no en latín, el idioma de los médicos graduados en universidades. Juan José Flores, que llegó a ser el primer presidente de Ecuador, se inició en la guerra como médico romancista.
2
 En total durante la guerra trabajaron para el bando patriota doscientos diez médicos, y cuatro firmaron el Acta de Independencia. Casi todos los médicos patriotas en la Batalla de Carabobo eran de la Legión Británica: Richard Murphy, el más destacado, ocupaba el cargo de cirujano mayor;  Willian Porter Smith, Stephen Macdavit, Ryding, Jacob Vale y Robert Fry. Entre los venezolanos estaban Francisco Valbuena, José Liceaga y Narciso Morales. Trabajó también un italiano: José Caffari de Barga.
3
En la Legión Británica venía el doctor Eduardo Finlay. Discutió con el General Arismendi y se embarcó para Trinidad. Él es el padre del cubano Carlos Juan Finlay, a quien la historia reconoce como el descubridor del transmisor de la fiebre amarilla. Treinta años antes de Finlay, el venezolano Beauperthuy hizo el mismo descubrimiento, pero nadie lo tomó en cuenta. Sin embargo, en los últimos tiempos muchos expertos en la Historia de la Medicina empiezan a reconocer su aporte pionero.
4
 El médico realista más destacado fue Nieto Samaniego. Se hizo famoso porque le extrajo al General Morillo una lanza que le quedó en el abdomen, en la batalla de Semen, "empujándola por detrás”.
5
 El coronel Tomás Ferriar fue herido en la Batalla de Carabobo, pero no murió en pleno campo. Fue trasladado a Valencia. Las heridas se las curaba el Dr. Fry. Para calmar los dolores se le administraba aguardiente de caña en grandes cantidades. Murió el 17 de julio.
6
En pleno combate de Carabobo, José Antonio Páez sufrió un ataque epiléptico. En sus memorias así lo comenta: “En esta ocasión estuve yo a pique de no sobrevivir a la victoria, pues habiendo  sido acometido repentinamente de aquel terrible ataque  que me privaba del sentido, me quedé en el ardor de la carga entre un tropel de enemigos, y tal vez hubiera sido muerto, si el comandante Antonio Martínez, de la caballería de Morales, no me hubiera sacado de aquel lugar”. Cuando Martínez cayó en desgracia, más tarde, Páez  lo ayudó generosamente.
7
El Dr. Julio de Armas afirma que los ataques epilépticos de Páez se acompañaban de convulsiones, gran ausencia, perdida de la memoria, cefalea  y confusión mental. El cuadro clínico, según De Armas, es compatible con una epilepsia conformada por el gran mal.




NOTA: En la fotografía (EM): conjunto escultural con los nombres de los médicos que participaron en la Guerra de Independencia con el Dr. José María Vargas al frente. (Panteón Nacional)


 




sábado, 1 de junio de 2019

EL PASAJERO DE TRUMAN


EL PASAJERO DE TRUMAN

Edgardo Malaspina
1
  Hay que conocer el pasado para saber hacia dónde vamos. Esa ha sido una máxima de los historiadores y cronistas. Pero hay momentos históricos que son difíciles de entender por carecer de algunos eslabones que hacen que el todo se cubra de  nubes. La literatura viene en nuestro auxilio con la historia novelada. El pasajero de Truman, de Francisco Suniaga es una de esas novelas que arroja luces sobre un hecho  estelar, pero incomprensible y absurdo, en la vida política de Venezuela, como lo fue la candidatura presidencial del Dr. Diógenes Escalante en 1945 y el desarrollo de una enfermedad que terminó en locura.
2
El mal acabó no sólo con las aspiraciones del candidato, sino que también sirvió de detonante para una serie de acontecimientos que desembocaron en el derrocamiento del presidente Isaías Medina Angarita. Es más, muchos expertos están convencidos que la locura de Escalante dejó su impronta deletérea en el quehacer político nacional, por cuanto no se detuvo en el derrocamiento de Medina el 18 de octubre del 1945, sino que influyó en la materialización del de Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de 1948, en la implantación de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y aún sigue con su influencia negativa, afirman  quienes  gustan hilar largo.
3
  En más de 300 páginas, Suniaga nos relata lo que verdaderamente sucedió. La obra es una novela; pero una novela de no-ficción, según lo entendía Truman Capote: las cosas se cuentan tal como fueron, a través de testigos de excepción que acompañaron en todo momento a Escalante. Uno de ellos es Hugo Orozco (Humberto Ordoñez en la novela) ,secretario de Escalante cuando se desempeñaba como embajador de Venezuela en EEUU; el otro es  Ramón J. Velásquez ( Román Velandia),también secretario, pero cuando Escalante era candidato presidencial.
4
  Todos los factores políticos coinciden en designar a Escalante presidente de la república para evitar la vuelta del gomecismo ,seguir con el proceso de reformas e implantar una democracia con la participación de todos los venezolanos a través del voto popular.
5
Todo se viene abajo la mañana cuando Escalante afirma que le robaron las camisas. Le demuestran que  las camisas están en su ropero, pero entonces él dice que se las cambiaron. Unos médicos diagnosticaron arterioesclerosis; otros, esquizofrenia (lo más probable es que tenía los dos males). En todo caso el detonante fue el estrés, por el exceso de trabajo, porque ambas enfermedades ya existen, desde hace tiempo antes de manifestarse claramente. Sólo esperan el movimiento del gatillo. Escalante temía por su salud mental. Y leía literatura sobre el tema. Nada raro, los hombres y mujeres tenemos tres grandes miedo: a la muerte, a las guerras, y a la locura.
6
El presidente  y amigo personal de Escalante,  Truman, envió un avión a Caracas para llevárselo a un hospital norteamericano. Nuestro candidato que nunca llegó a presidente  se convirtió entonces en El pasajero de Truman.