CRONISTA OFICIAL DE LAS MERCEDES DEL LLANO.

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LAS MERCEDES

sábado, 12 de septiembre de 2015

LA MAGNANIMIDAD DEL VENEZOLANO



  
LA MAGNANIMIDAD DEL VENEZOLANO

Edgardo Malaspina







La magnanimidad es sinónimo de grandeza de ánimo y de generosidad.  El venezolano ha sido magnánimo desde los albores  la República .La Historia de Venezuela tiene muchos  ejemplos de gestos de magnanimidad en el ámbito político-militar. En 1820, en plena Guerra a Muerte , Bolívar y Morillo olvidan sus diferencias para considerarse adversarios y no enemigos. Se abrazan, intercambian regalos, comen en una misma mesa y duermen en el mismo cuarto. Firman un armisticio y se juran amistad eterna. El Padre de la Patria coloca la primera piedra de la magnanimidad en la política venezolana.





Páez sufre un ataque epiléptico en medio de la Batalla de Carabobo (1821). El comandante del ejército realista Antonio Martínez, en vez de rematarlo y recibir premios, condecoraciones y medallas, auxilia al Centauro del Llano y evita que muera lanceado apartándolo del combate.  Cuando Martínez cayó en desgracia, más tarde, Páez  lo ayudó generosamente. Páez de Curpa y Martínez de Calabozo son dos llaneros en bandos contrarios, pero también dos venezolanos magnánimos.

En 1824, luego de finalizar la Batalla de Ayacucho llevaron apresado  ante el general Antonio José de Sucre a su enemigo en el combate, el virrey La Serna, quien herido entrego su espada al venezolano. Sucre expresó: "Honor al vencido, Gloria al vencedor. Conserve su espada porque está en manos de un valiente”. Los españoles fueron tratados con nobleza e hidalguía.




En 1828 Pedro Carujo intentó asesinar a Bolívar en Bogotá en la conocida Conspiración Septembrina. Como todo traidor (le debía un montón de favores a Bolívar) involucró cobardemente a otros, entre ellos al general Santander. Ambos fueron condenados a muerte. En Consejo de Ministros indultó a Carujo, mientras que Bolívar hizo lo mismo con Santander.
En 1847 Antonio Leocadio Guzmán fue condenado a muerte. José Tadeo Monagas lo indulto, y en 1849 lo hizo ministro de Interior y Justicia,  y más tarde llegó a  la vicepresidencia de la República.
Páez y Falcón, enfrentados en la Guerra Federal, se reunieron en 1861 en el Campo de Carabobo. Se abrazan;  y Páez llora cuando  cuenta los pormenores de la batalla que selló nuestra  independencia. Son enemigos de la guerra, son adversarios políticos, pero también son dos venezolanos honorables, civilistas y magnánimos.

Y así pudiéramos dar muchos otros ejemplos; pero es mejor acercarnos a nuestro tiempo.  A Carlos Andrés Pérez durante su segunda presidencia (1989-1993) le informan varias veces sobre los preparativos subversivos del comandante Hugo Chávez. Pero CAP hace caso omiso y sugiere no truncarle la carrera al joven militar. Durante la intentona golpista del 4 de febrero de 1992 mueren más de cien personas. Chávez es encarcelado por dos años e indultado por el presidente Caldera, en un gesto típicamente magnánimo de la política venezolana como lo muestra nuestra Historia.
Tengo moral para hablar sobre este tema porque formé parte de los miles de venezolanos que clamamos y solicitamos la libertad de Chávez. Escribí notas, escribí versos y le envié libros a la cárcel, porque esto se podía hacer. Chávez me lo agradeció con un carnet original, cartas y pinturas. (Escribí un artículo detallado sobre este tema que algún día publicaré).



El 20 de diciembre de 2010 durante los actos de la X Promoción de Médicos Cirujanos de la UNERG en el Teatro Teresa Carreño, de la cual tuve el honor de ser padrino, también tuve otro gran honor: conversar  no con el preso Chávez , sino con el presidente de la República. Me recordó, me abrazó y me dijo: “Tú no eres Malaspina,  tu eres Buenaespina”, y pidió a los periodistas una foto juntos.
Por todo lo contado, y repito, porque me considero con moral para hacerlo, así como una vez pedí públicamente la liberación de Chávez, y luego la de mi paisano Raúl Baduel,  ahora pido la de Leopoldo López. Así somos los venezolanos: solidarios y comprensivos con los caídos en desgracia.
Falta un capítulo para saber si la Historia Política de Venezuela seguirá la tradición de magnanimidad que la caracteriza o se desviará por el camino de la ignominia.

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